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Mis ojos queman y me los rasco intentando aliviarlos, las luces amarillentas del hospital me sacan de mi trance.

-¿Cómo te sientes? -Dice Dylan sujetando mi mano.

Mis ojos se llenan de lágrimas y respiro fuerte con dificultad.

-Dime que todo ha sido un mal sueño, por favor...

-Lo siento mucho, Leila. -Se limita a decir ocultando una lagrima traicionera.

-Mark dijo que el entierro era dentro de tres días, aún puedo ir, ¿verdad?, me gustaría despedirme...

-Leila... Has estado hospitalizada un mes, caíste en coma. -Suelta con cuidado.

-¿Qué?, no, eso es imposible, yo... Yo no recuerdo...

-Buenas tardes, señorita. - Nos interrumpe el médico. -¿Cómo se encuentra?

-Devastada. -Finjo bromear pero una mueca de dolor se muestra en la cara de Dylan.

-Bueno, tuvo una recaída, no creíamos que despertase del coma, tengo buenas noticias, le daremos el alta pasado mañana, hemos mirado sus vitales y ambas están correctas.

-¿Ambas? -Pregunté confundida.

-La suya y la del bebé.

-¿Qué? -Casi grité.

-¿No lo sabían?, bueno, pues enhorabuena, van a ser padres, el bebé tiene ya tres meses y está sano y fuerte. -Sonrío con calidez y salió de la habitación.

Me daba vueltas la cabeza.

-Leila... -Susurró Dylan.

Pasó bastante tiempo hasta que me digné a articular palabra, Dylan seguía sentado a mi lado, con mis dedos entrelazados con los suyos.

-¿Cuánto tiempo has estado conmigo? -Pregunté al final.

-Los primeros tres días los pasé enteros aquí, con la esperanza de que despertases pronto, pero luego tuve que volver, empezaron los exámenes y me venía aquí después de clases a estar contigo, estudiaba aquí y también pedí los apuntes de tus materias y los pasé para que no tuvieses demasiado trabajo cuando despertases.

Sonreí con calidez.

-No tenías por qué... Gracias Dylan, te quiero, mucho, gracias por todo, eres un gran amigo.

Sonrío y me besó la sien.

Me trajeron una bandeja de comida que no toqué y pasamos varios minutos sin hablar.

-¿Es suyo? -Preguntó con miedo en la voz.

Asentí.

-Quiero abortar. -Dije con firmeza.

Dylan se frotó la cara y suspiró pesadamente.

-No lo hagas, Lei, te arrepentirás, por lo menos tomate un par de días para pensarlo antes y después te apoyaré cualquiera que sea tu decisión. -Dijo al final.

Asentí y mordisqueé un trozo de la manzana.

Dylan pasó la noche conmigo y fingí dormir hasta que se durmió.

Las lágrimas me quemaban y respiraba con dificultad, necesitaba a Matty, ¿sabe lo que me ha pasado?, ¿habrá venido a verme?

No paraba de pensar en cuanto ansiaba su cercanía, necesitaba tenerlo a mi lado ahora que mi madre no estaba, estaba sola, tenía miedo y no sabía que hacer.

A la mañana siguiente rellené un par de papeles y me fui a casa con Dylan, él se ofreció a quedarse conmigo en casa hasta que estuviese mejor y acepté.

No quería estar sola después de todo esto.

Al llegar, busqué por toda mi habitación mi móvil hasta encontrarlo, lo encendí y me encontré con 10 llamadas perdidas de Mark y dos mensajes de voz de Matty.

"He dejado el país, necesito alejarme de todo lo que me recuerde a ti si de verdad quiero ser feliz, he firmado un contrato con una discografía y estaré de gira, espero que un día podamos compartir nuestras vidas otra vez, por lo menos como amigos, que te vaya bien, amor."

"¿Por qué no contestas a mis llamadas?, es verdad lo que me han dicho de tu madre? Lo siento mucho, iré cuando acabe a verte, estoy aquí, amor."

"Leila, he intentado ir al hospital más de tres veces pero el gilipollas de tu novio no me deja pasar a verte y ha avisado a los médicos para que no me dejen pasar, de verdad necesito verte, me está matando por dentro, por favor, dime que estás bien..."

Caminé hasta mi cama, me tiré sobre ella. "Estoy bien." Escribí. Apagué el móvil y cerré los ojos.

// por ti, por mi // 2 //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora