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Pasaron varias semanas desde que salí del hospital, mi piel había cogido más color y me veía mucho mejor físicamente.
Dylan era un amor, estaba siempre pendiente de mi e incluso a veces dormía en el suelo de mi habitación cuando no podía dormir.
Le quedaban dos exámenes para finalizar la carrera, así que estos últimos días ha estado pasándolos en la biblioteca. Sigo sin asimilar lo de mi madre, no consigo el valor de ir a visitar su tumba, no quiero que sea real...

Tampoco he visto a Matty, mi barriga se ha hecho un poco más notoria, pero no demasiado, a veces cuando duermo Dylan se burla dibujándome cosas en ella y cuando salimos a comprar al súper mercado muchas señoras nos felicitan por "nuestro" bebé.

No pude deshacerme de él, no tenía el corazón para hacerlo, no sé que haré una vez que nazca, solo sé que quiero que exista, es lo único que me ha estado dando ganas de seguir a delante.

Al día siguiente Dylan me despertó con una enorme sonrisa en la cara que me hizo sonreír también.

-Tienes delante a tu neurocirujano favorito, ¿no vas a felicitarme?

-¡No puede ser! -Grité. -¡Enhorabuena!, estoy tan feliz por ti, tenemos que celebrarlo.

Me agarró por los aires en un abrazo mientras daba vueltas y girábamos riéndo.

Estaba tan feliz por él.

Caímos torpemente en la cama a la vez.

-¡Ten cuidado con el bebé! -Me regañó burlón.

Reí.

-Bueno, ¿y cómo quieres celebrarlo? -Pregunté.

-¿Te apetece ir a cenar fuera?

Asentí.

-Ponte elegante, nos vemos en 20 minutos. -Me guiñó el ojo.

Reí ante su gesto y comencé a cambiarme.

Me decanté por un vestido negro ceñido por debajo de la rodilla y con escote y unos tacones negros a juego, me recogí el pelo en un moño y me puse un poco de maquillaje sin esforzarme demasiado.

Salí de la habitación y él me estaba esperando en el sofá, vestido con un pantalón de traje y camisa blanca desabotonada.

Me miró por un largo rato y dijo:

-¿Te he dicho ya lo preciosa que eres?

-Tú también estás muy guapo, te favorecen los trajes. -Sonreí. -¿A dónde vamos?

-Tú solo confía en mí. -Sonrío.

Tardamos 30 minutos en llegar al muelle, salimos del coche y vi un restaurante precioso con una mitad en el agua y la otra en tierra.
Entramos y nos sentaron cerca de una ventana donde se veía todo el lago con unas luces preciosas en el agua, pedí lo mismo que él, comimos e hicimos bromas.

-Dyl, gracias por estar a mi lado todo este tiempo y ayudarme tanto, de verdad que no tengo palabras para agradecerte, quiero que sepas que me tienes aquí siempre. -Bebí de mi copa.

-No tienes por qué agradecerme, me importas, es lo normal, siempre estaré aquí para ti. -Sonrió.

-¿Crees que seguiremos siendo amigos de aquí a quince años?, ¿podrás soportarme todo ese tiempo? -Bromeé

-Escúchame, sabes que siempre cumplo mis promesas, siempre voy a estar para ti, Leila, no sabes lo feliz que me hace tu mera existencia. -Sus ojos brillaron.

-Gracias, Dyl, te aprecio mucho. -Dije feliz.

Llegamos a casa a eso de las dos de la madrugada, la verdad es que hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien, estar con Dylan siempre me ha hecho bien. Entré a la habitación y me cambié, me puse unos shorts de pijama y una camiseta ancha blanca, bajé al salón y él ya estaba cambiado viendo la tele.

-¿Quieres ver la tele conmigo? -Dijo al percatarse de mi presencia.

Asentí, bajé las escaleras y me senté al otro lado del sillón.

-¿Me tienes miedo? -Rió.

Negué con la cabeza y me acerqué a él apoyando mi cabeza sobre su torso desnudo.

Vimos una comedia y reímos sin parar todo el rato, sin querer me quedé dormida y el me despertó cuando acabó la película.

Le miré enfadada y rió.

-Me gusta tu cara de "buenos días". -Rió.

-Me gusta cuando ríes, te ves tan lindo y me hincha el corazón de alegría. -Dije mirándole a los ojos.

El se pasó la mano por el pelo y sonrío.

Me quitó un mechón del pelo y se acercó a mi.

Sin pensarlo dos veces, le besé.

Sus labios se sentían tan suaves y dulces...
Fue un beso tan tierno que me hizo derretirme. Sus mano me acariciaba la espalda mientras me abrazaba, me transmitía tanta calma y seguridad.

Me senté a horcajadas sobre él mientras seguía besándole, me quité la camiseta y el roce de nuestras pieles fue exquisito, él me acariciaba toda la piel, como si no quisiese perderse ningún detalle, maravillado.

Me hacía sentir tan bien.

De repente me alejó con cuidado.

-No podemos hacer esto, Leila...

-Dylan... - Suspiré. -Te necesito.

Esas dos palabras fueron suficientes para encender la llama, agarró mis caderas juntándonos más hasta estar dentro de mí mientras dejaba rastros de sus besos por todo mi cuello y mi acariciaba con cariño.

No estábamos teniendo sexo, estábamos haciendo el amor, nunca antes había conocido la diferencia hasta el día de hoy.

Su toque era tan exquisito, sus manos tan suaves, sus besos tan intensos, le sentía por todas partes, mordí su labio y gimió tan dulcemente.
Hundió su cara en mi pelo al llegar y los dos acabamos.

Se tumbó encima de mi y comenzó a besarme por todo el cuerpo.

-Leila... -Susurró mirándome a los ojos. Yo estaba perdida en una espiral de placer y amor. -Te quiero, sé que está mal, pero lo hago.

-Dylan, yo también te quiero, y no sólo como un amigo, pero no puedo arruinarte la vida, no puedo arrastrarte a mi mierda... -Dije apartándome de él, tapándome con mi ropa.

-No digas eso, eres lo mejor que me ha podido pasar nunca.

-Dyl, sabes que te quiero, y primero lo hice como amiga, así que te voy a decir esto como amiga, te quiero, te mereces tener una vida increíble y conocer al amor de tu vida, no quiero arrastrarte a mi mierda, no más de lo que estás, quiero que seas feliz... Yo sólo soy mercancía estropeada. -Dije con una falsa sonrisa.

-No eres mercancía estropeada, eres el amor de mi vida, lo supe desde el primer día en el que te vi y cuando pensé que jamás despertarías del coma todo en mi mundo se puso patas arriba, pero jamás quise actuar sobre ello porque sé que aún te duele amar y aún lo amas a él. -Dijo con amargura.

Negué con la cabeza y una sonrisa.

-No le amo a él, te amo a ti. -Dije al final. -Pero quiero que seas feliz, te mereces algo mucho mejor que yo, Dyl...

-Soy feliz contigo, me acabas de hacer el mejor regalo de graduación, nunca pensé que podría estar contigo así, por favor, bésame otra vez.

// por ti, por mi // 2 //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora