-¿Mamá?
-Hola, mi niña. -Oí su voz a través del móvil.
-Mañana por la mañana llego a casa, y viene conmigo alguien, espero que no te importe.
-Por supuesto que no, os haré la comida, te he echado mucho de menos, hija, me has tenido algo preocupada.
-Todo va bien, me tengo que ir, te quiero.
Me giré sobre mis talones y le di el móvil a Matty.
-Vístete. -Dijo él mientras se ponía una camiseta.
-¿A dónde vamos?
-Es una sorpresa.
Asentí, me puse unos jeans negros, una camiseta gris y las Adidas.
Al principio cogimos un par de taxis, llegamos al centro de la ciudad y bajamos ya que Matty quería comprar unas cuantas cosas, que metió en su mochila.
-¿Quieres algo?
-Agua.
Me tendió la botella de agua y caminamos de vuelta a la calle, cogimos otro taxi y durante treinta minutos todo lo que rondaba por mi cabeza era él, sus labios, su mano posada sobre mi rodilla, relajada, su voz.
Cerré los ojos y me dejé llevar.
Minutos después, llamó mi atención y abrí los ojos, bajamos del taxi y caminamos un buen rato.
Llegamos a un claro y me ordenó quedarme un tanto lejos recogiendo leña.
-¿Vas a quedarte allí todo el día? -Gritó desde el otro lado.
-¡Ya voy!
Caminé con torpeza entre unos arbustos hasta llegar a un pequeño claro rodeado por un lago sobre el que parecía flotar una pequeña casa de madera.
-¿Vienes ya?, ¡podrían estar asesinándome y no te darías cuenta! -dijo mientras veía como su figura se posaba sobre la puerta.
-Ya estoy, drama queen. -dije mientras reía.
-¿Drama queen?, oh dios mío -dijo riéndo- venga, acércate - me acerqué y me tapó los ojos con las manos dirigiéndome dentro de la casa.
-Como tropiece con algo nos la llevamos los dos. -Dije riendo.
-Vamos, confía en mí, no dejaré que te hagas daño.
Dijo mientras me dirigía por unas escaleras.
Mientras subíamos, oía cómo caían las cosas ya que las tocaba sin querer por tener los brazos extendidos por miedo a chocarme. Pero Matty reía y yo reía sin motivo, éramos felices y era más de lo que podía pedir.
-Llegamos.
Dijo quitándome sus manos de mis ojos y dejando que mi vista se acomodase a la tenue luz púrpura que abordaba la habitación.
Miré la habitación, había una cama redonda con dos lámparas a cada lado, las cortinas de seda caían elegantemente cubriendo las ventanas, al lado de la chimenea había un espacio rectangular cubierto por cortinas, abrí una de ellas y un montón de cojines se amontonaban a un lado dejando el sitio suficiente para una mesa baja donde estaba servida la cena y un montón de velas y pétalos de rosa la rodeaban.
-¿Qué te parece? -dijo Matty.
-Es maravilloso.
-Y esa no es la mejor parte, túmbate en la cama.
-Para ti el sexo siempre es la mejor parte, ¿no? -Reí.
-No me refería a eso, pero también. -Río. -Túmbate.
-¡Una cama de agua!
-Mira al techo. -Dijo mientras rodeaba mi cabeza con sus brazos.
Miré al techo, un rectángulo de cristal permitía que entrará la luz de la luna y se veían todas las estrellas amontonadas al rededor de la luna.
-Es precioso. -Dije asombrada.
-¿Cenamos?
-Las damas primero. -Dije concediéndole el paso mientras reía.
-Oh, en ese caso, más tarta para mí. -Dijo él.
Reí y seguí tumbada un rato más contemplando lo clara que estaba la noche y las estrellas realzarse con un brillo especial en la oscuridad.
Nunca me había sentido tan bien en mi vida, nunca había sido tan feliz, no de esa forma tan pura, como si fuese s durar para siempre...
-Dios, daría lo que fuera porque esto fuese para siempre.-susurré a mí misma.
-Lo será, cariño.