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Dylan en multimedia.

El cielo despejado demostraba tonalidades azules y níveas, el sol brillaba, las flores estaban más vivas que nunca.

Caminé con paso decidido hasta llegar a un pequeño lago que se formaba gracias al enorme río que había al otro lado del bosque.
Hacía un tiempo maravilloso e incluso algunos hombres que pescaban ahí se pararon a admirar a los esbeltos y delicados cisnes que se abrían paso entre las aguas.

Caminé unos minutos más hasta llegar a un claro escondido al final del lago.
Me desnudé y antes de meterme al agua fijé la mirada en mi cuello.

Aún llevaba el anillo que me regaló colgado en una cadena.

Me deshice de todo, incluso cambié de número de teléfono, pero no podía deshacerme del anillo.

Lo amaba tanto, tanto que dolía, tanto que me hacía sentir estúpida y la impotencia hervía mis venas.

Me metí lo más despacio que pude en el agua, disfrutando de ella y de su tranquilidad, me senté y cerré los ojos.

Las últimas semanas conseguí quitarme a Matty un poco de la cabeza, pero los últimos días sentía que me moría por dentro, me quemaba y me destruía.

Tenía el corazón roto, destrozado, estaba muerta por dentro y lo peor de todo es que tenía la obligación de seguir viva.

Las lágrimas ardían en mis ojos, agarré su anillo con rencor, me lo arranqué del cuello y estuve a punto de tirarlo, pero una parte de mí me lo impidió.

Me sumergí completamente en el agua y aguanté la respiración todo lo que pude, el silencio y la calma inundaban mi cuerpo.

El ruido de mi móvil me sacó de mi trance.

-¿Por dónde estás? -Oí la voz de Dylan en la otra línea.

Él y yo nos habíamos convertido en grandes amigos, éramos casi como familia y él se preocupaba por mí demasiado, no me molestaba, le había cogido un cariño enorme.

-En el lago, estaba nadando. -Contesté mientras me ponía la ropa.

-¿Quieres dejar de ir al bosque sola?, podrían violarte o algo peor. -Bromeó. -Voy a pasar a recogerte, van a hacer una fiesta en mi facultad y quiero que vengas.

-La verdad es que no me apetece mucho, Dyl...

-Resulta que Rasheeda no había superado a su ex, así que a la primera llamada ella fue corriendo no, volando, han vuelto y está actuando como si nunca nos hubiésemos conocido, mi ego masculino está un poco molesto, y de verdad que me vendrían bien unas copas y una amiga esta noche.

-Está bien. -Suspiré.

-Te recojo en 10 minutos, estoy en la zona. -Colgó.

El trayecto hasta mi apartamento se nos hizo muy corto mientras íbamos cantando a pleno pulmón.

Mi madre había estado viviendo estos últimos meses con su nuevo novio
y me sugirió buscar un compañero de piso ya que ella probablemente se mudaría.

Entré a mi habitación y me puse una falda granate de tubo y un top negro transparente con un sujetador negro con brillantes.

Me arreglé el pelo, me maquillé y guardé unas zapatillas planas en el bolso para después.

-Esos tacones te quedan de escándalo. -Comentó Dylan escaneándole de arriba abajo. -Has tardado hora y media, por esto no tengo demasiadas amigas. -Bromeó.

-¿A que estoy guapa? -Reí.

-Estás despampanante, esta noche vas a llenar tu agenda. -Sonrío.

Fuimos a su casa un momento para que se cambiase y nos dirigimos a la fiesta.

El ambiente estaba muy bien, el sitio era más grande de lo que había imaginado, había un montón de personas y un par de chicas comenzaron a mirar a Dylan mientras hablaban bajo y reían, el me cogió de la mano para guiarme hasta la barra y me miraron recelosas. Reí para mis adentros.

Dylan estaba muy guapo hoy, se había dejado crecer un poco más el pelo y sus ojeras de "no he dormido en cien años" le hacían ver sexy, eran normal que llamase la atención.

-¿Que tomarás?

-Lo mismo que tú.

Bebimos un par de copas y salí a bailar con él mientras unos tipos me miraban de arriba abajo.

Habían puesto música que me agradaba bastante y bailé bastante tiempo.

Dylan se había retirado a por una botella de agua y uno de los tipos se me acercó.

-Bailas muy bien. -Sus ojos eran azules como el océano y le daban una expresión alegre y juvenil.

-Gracias. -sonreí.

-¿Te importa si bailo contigo?

Negué con una sonrisa y nos pusimos a bailar hasta que Dylan volvió.

Me despedí de el chico con una sonrisa y seguí a Dylan hasta la parte trasera donde había una piscina y estaba todo más tranquilo.

-Estoy cansadisima. -Comenté.

-Normal, eres la reina de la pista. -Bromeó y los dos reímos.

Bebimos un par de cervezas y nos tumbamos en unas tumbonas mirando las estrellas.

-No creas que no me he fijado en que sigues llevando su anillo colgado al cuello todo el tiempo. -Comentó tras varios momentos de silencio.

-No puedo deshacerme de él, Dyl.

-¿De qué?

-De ambos. Le amo Dylan, no es fácil, pero lo hago y me está destrozando. No sé cómo salir adelante, no sé cómo se olvida a alguien. -Hablé tan bajo que a penas pude oírme a mi misma.

Me reincorporé en la silla hasta sentarme, di un largo sorbo y me fumé un poco de marihuana.

-Pero estoy genial, Dyl. Pensé que me derrumbaría, que no sería capaz de salir de la cama, y aquí estoy.

-Pero estás en negación, solo eres capaz de eso porque no le has visto, estás actuando como si jamás hubiese sido parte de tu vida, como si no existiese, pero llegará un momento donde te tendrás que enfrentar a él y no podrás huir.

-Lo sé.

-Le he invitado a la fiesta. -Dijo bebiendo tranquilamente de su cerveza.

-¿Qué? -Casi grité alarmada.

-No directamente, invite a un amigo que tenemos en común y le dije que le invitase también, ya es hora de que os enfrentéis, hablar las cosas y dejarlo ir, es lo mejor para ti.

-Dylan, no me puedes estar haciendo esto...

// por ti, por mi // 2 //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora