Capítulo 15. "Reunión de profesores."

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Hogwarts, Aula de Pociones. 1 de Septiembre de 1991.

La clase de pociones continuó su transcurso algo más relajada, ya que, a partir del incidente de Potter, Snape decidió observar al resto de sus alumnos con un ojo aún más crítico, pero sin omitir sus comentarios mordaces. La clase se mantuvo en su mayoría en silencio y parecía que ningún incidente volvería a alterar el orden, pero cuando faltaban poco más de diez minutos para el almuerzo, Neville, el chico regordete y asustadizo de Gryffindor, se las había ingeniado para convertir el caldero de su compañero Seamus, en un engrudo hirviente que se derramaba sobre el suelo, quemando y haciendo agujeros en los zapatos de los desafortunados estudiantes adyacentes a su mesa. En segundos, toda la clase estaba subida a sus taburetes, mientras que Neville quien se había empapado en la poción cuando el caldero se volcó sobre él, gemía de dolor. Su piel presentaba un feo tono rojizo similar a una quemadura de segundo grado y en sus brazos y piernas, que eran las áreas donde la poción había penetrado directamente en su piel, no dejaban de aparecer desagradables pústulas amarillas. (No es muy común utilizar la palabra pústula en la región donde vivo, pero es la forma correcta de referirse a ese tipo de heridas en la piel, que básicamente son llagas/ampollas infectadas que se llenan de pus y al final terminan pareciéndose a los granos, provocando mucha sensibilidad en el proceso)

—¡Chico idiota! —. El profesor gritó con su rostro enrojecido mientras realizaba complejos movimientos de varita que tuvieron el efecto de desaparecer la poción derramada en el piso.

—Supongo que añadiste las púas de erizo antes de sacar el caldero del fuego, ¿no? —. Snape fulminó con la mirada al pobre chico que aún sollozaba, con las pústulas extendiéndose incluso a su nariz.

—Llévalo a la enfermería—. Snape ordenó a Seamus. Luego se acercó a Harry, quien era el vecino inmediato de los Slytherin.

—Potter. ¿Por qué diablos no le dijiste que no pusiera las púas? Pensaste que su fracaso haría parecer genial tu propio incidente, ¿verdad? Eres una deshonra para la casa de las serpientes—. Acusó Snape.

La mente de Harry era un torbellino, no esperaba que su jefe de casa lo culpara por el fracaso de otros estudiantes, mucho menos de aquellos de su casa rival. Harry apretó sus puños con toda su fuerza debido a la frustración, su temperamento se estaba saliendo de su control, pero sabía que no debía actuar como un Gryffindor imprudente. Afortunadamente, las lecciones de Arcturus lo habían preparado para calmarse y pensar antes de actuar, contuvo el aliento por un momento en el que su mente se enfrió con rapidez, permitiéndole pensar con claridad una vez más. Se preguntó internamente: ¿Por qué diablos Snape parece odiarme?

Harry entrecerró los ojos y sostuvo la fuerte mirada del profesor, iniciando un breve duelo de voluntades. Menos de dos segundos después, parpadeó, rompiendo el contacto visual, pues había conseguido lo que necesitaba.

—Esas son acusaciones infundadas profesor. No veo porque debería estar pendiente del trabajo de los otros estudiantes, cuando es su propia responsabilidad evitar que esta clase de incidentes ocurran en el aula. y según las reglas de Hogwarts, esta escuela es una meritocracia, intervenir en los resultados académicos de otros estudiantes, sin la orden explicita por parte de un profesor es motivo de suspensión y dependiendo de la gravedad del asunto podría ser motivo de expulsión. ¿Acaso pretende inculcar a sus alumnos la desobediencia y el desdén por las reglas? —. Harry preguntó con un toque de burla y falsa inocencia en su voz, el cual envió escalofríos por la espalda de Snape.

Severus Snape era un profesor estricto, un hombre firme y orgulloso por su fortaleza mental, su brillante capacidad de pensamiento y su capacidad innata para controlar sus propias emociones. Él era el mejor maestro oclumante de Gran Bretaña y hasta donde él sabía, era el único hombre capaz de cerrar su mente y ocultarle un secreto al antiguo señor oscuro, al que alguna vez sirvió feliz y ciegamente. Sabía que no era ni de cerca un hombre bueno y por lo regular, no negaría que era una persona mezquina y amargada, un pecador que había cometido la pena máxima y que por lo tanto no merecía ninguna clase de perdón. No pretendía buscar ese perdón, pero todas las noches desde hace una década habían estado cargadas de un sueño recurrente, una pesadilla que sabía, sería parte de su tormento eterno:

Harry Potter El Heredero De La Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora