La tortura de Joseph

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Mientras Joseph volvía a casa, paraba constantemente a simplemente mirar el cielo o cualquier tipo de trivialidad, como si estuviera haciendo tiempo para no tener que llegar a casa. El hombre no quería enfrentarse a su esposa y decirle la verdad. Ella era una mujer tan dulce, le rompería el corazón. ¿Realmente valía la pena después de tantos años? Solo conseguiria decepcionar a su familia. Ya era demasiado tarde para recuperar a Caesar, sobre todo no después de wue lr dijera lo que hizo. Seguro que el le odiaba, y Suzy también lo haría. Golpeaba piedras con frustración. En El fondo sabía que todo esto fue su culpa. Si solo hubiera perseguido a Caesar cuando rompió con el, si tan solo no hubiera engañado a su esposa... El hombre miró arriba y vio el edificio en el que vivia. Aquel gran rascacielos que le encantó nada más verlo e hizo que se enamorara incluso más de Estados Unidos. El edificio que a Suzy también le fascinó nada cuando se lo mostró. Ya no tenía mas remedio que entrar. Subir el viaje en ascensor se sintió mucho más lento que lo normal y la música que sonaba y que le solia hacer golpear el suelo al ritmo de la música se volvió tediosa. Finalmente llegó a su piso e intento abrir la puerta pero su mano le temblaba y no conseguía que la llave entrará en la cerradura.

-Demonios...

Finalmente la abrió y entró. Toda la casa estaba a oscuras, todos habían ido a sus habitaciones a dormir o a charlar. El hombre se dirigió a la cocina para beber agua, a la sala para ver las estrellas. Básicamente, haciendo cualquier cosa que no fuera dirigirse a su dormitorio y enfrentar a su esposa. Sin embargo, el mundo se había dado cuenta de esto, por lo que en vez de llevarlo a el hacia Suzy, trajeron a Suzy a el. La mujer abrió la puerta del dormitorio y se asomó a ver a Joseph desde arriba de las escaleras. El hombre no la había notado, por lo que cuando ella llamó su nombre, se asustó.

-¿Qué haces? Estás molestando al resto andando de un lado para otro a estas horas. Ven a la habitación.

-S-si, Suzy. Ya voy.

El hombre subió las escaleras más nervioso de lo que había estado jamás, sentía los ojos de sus esposa observándole. Intentaba ingeniar algun plan para liberarse de decir la verdad, pero en el fondo sabía que su ingenio no le podría salvar esta vez. La habitación era la más bonita de todo el apartamento. Las paredes de un tono crema, decorados con fotografías tomadas por Suzy y el suelo de caoba. Una cama de matrimonio de color verde oscuro en la mitad, con dos mesillas a los lados de una madera oscura. En frente de la cama, una cómoda a juego con las mesillas con un hermoso jarrón lleno de orquídeas blancas, y arriba colgado un espejo rectangular. Al lado izquierdo de la cama, donde Suzy dormia, un tocador con todo tipo de maquillaje y perfumes. Lo que más llamaba la atención era que en ves de tener una ventana, tenían un gran balcón. Los dos habían pasado muchas noches abrazados en ella cuando eran más jóvenes, admirando las estrellas. Sin embargo, hacia años que no se veia ningún astro en la ciudad. Ahora todas las calles estaban llenas de luces y en el cielo no se podía ver ningún astro y la oscuridad era casi inexistente. Las estrellas habían desaparecido, y los recuerdos que ellos dos tenían también estaban por hacerlo. La mujer salió al balcón junto a el.

-El mundo ya no es lo que era. Ya ni las estrellas se pueden ver.-Se quejó Joseph, como siempre hacia.

-Cierto, pero los edificios iluminados también tienen su gracia.

El hombre respiró profundo y se preparó para decirle la verdad a su esposa. No quería, pero debía de hacerlo, por Caesar, y por ella.

-Suzy... Debemos de hablar.

-¿Es sobre Caesar? Siento haberme puesto así, pero entiéndeme. Tu ex-novio viene a nuestra casa sin aviso previo. Sospeché lo peor. Pero tú no me harías eso, verdad Joseph?

Su expresión llena de amor le rompió el corazón.

-Suzy debo decirte la verdad. Aunque no te he engañado con Caesar, no he sido un hombre honesto del todo. Ya es hora de que te diga la verdad. No quiero que sigas viviendo una mentira.

La mujer le miró confundida. Ya no se veía ningún rastro de nerviosismo en la expresión del hombre. Estaba determinado a no seguir mintiendole, a enfrentarse a sus problemas y no hiur como acostumbraba.

-Hace unos cinco años, fui a Japón por un viaje de negocios. Aproveche para visitar a nuestra hija, pero conocí a una muchacha jóven. Yo... Te engañe con ella Suzy. No se porque hice eso. Lo siento tanto. No buscó tu perdón porque se que no me lo merezco, solo busco el alivió de la verdad.

La mujer se le quedó mirando con un rostro sin expresión. Era difícil adivinar que era lo que estaba sintiendo. Rabia? Tristeza? Decepción? Suzy Q salió del balcón y desapareció de la habitación.

-Su-Suzy?

Enamorando a un Kujoh(Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora