Capítulo 4

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Estaba tan perdido por todo el placer que estaba sintiendo.

Sentía como le dejaba besos en sus piernas, las cuales eran suaves y no tenía ningún bello. Había saliva en esos besos suaves. La saliva escurría por sus piernas hasta caer en la suave sábana blanca, esta no tardó en mojarse. Soltaba leves jadeos, cada vez que el alfa lamía su piel.

Era su maldita perdición.

Hacía sus manos en puños, mordía su labio inferior tan fuerte que dos gotas de sangre salieron.

Las manos de él se sentían tan bien, tan correctas. Sentía como sus manos fueron hechas para acariciar la suave piel de TaeHyung.

El lubricante natural salía sin piedad, haciendo que el omega tuviera un poco de vergüenza, las sábanas estaban tan mojadas por la saliva del alfa y el lubricante del omega. La habitación estaba llena de feromonas, de los olores combinados de ambos. Ambos estaban perdidos en el placer, en el momento que estaban viviendo y solamente estaban ellos dos.

—JungKook... —gimió.

Se sorprendió un poco porque había sonado muy afeminado.

Quería morderse la lengua para evitar que otro sonido se le saliera.

JungKook seguía besando sus piernas, lo hacía con tanta paciencia, quería provocar a TaeHyung. Quería tenerlo solo para él.

—Voy a llenarte de mis cachorros.

Soltó un gemido ahogado de tan solo escuchar la voz de JungKook, aun más gruesa, aun más de alfa.

JungKook comenzó a besar su cuello, besando cada parte de TaeHyung, oliendo ese aroma que tanto le gustaba. Pensó en donde poner su marca, sería en un lugar en donde fuera muy visible, para que todos vieran que TaeHyung era de JungKook, que era su omega.

Bendito sea Italia y la cómoda cama que tiene JungKook.

Comenzaba a querer estar en Roma por siempre, con tal de tener a JungKook solo para él y para nadie más. Quería estar cerca de él, escondiendo su pequeña nariz en el cuello del alfa y que este lo acunara en sus grandes brazos.

El pelinegro hizo varios chupetones en el cuello del mayor, incluso en las clavículas. Fue bajando hasta los pezones del omega, el cual rogaba por atención en sus rosados pezones. Chupó el derecho, haciendo que su amado soltara gemidos y más gemidos. Mordió un poco, solo para ver la reacción de TaeHyung, la cual fue muy placentera para JungKook. El omega tenía sus manos hechas puños con las sábanas, incluso sus pies.

—Aprietame... —murmura, —aprietame el cuello. Hazlo, por favor.

Y joder, no se esperaba eso.

—¿Seguro? —dice dudoso.

TaeHyung pareció pensar bien la respuesta.

Realmente quería que JungKook le apretara el cuello, siempre había querido eso. Tenía tantas cosas que quería intentar con él y ahora que tenía la oportunidad no la iba a desaprovechar.

—Si, JungKook. Hazlo.

No era necesario decir que TaeHyung era todo un mandón.

JungKook dejó el pezón de TaeHyung, con una pequeña capa de saliva. Se puso entre las piernas de TaeHyung, abriéndolas aún más, para así poder estar más cerca de él. JungKook muy dudoso puso su mano en el cuello de TaeHyung, dando un leve apretón, cosa que hizo que TaeHyung muy apenas y pudiera gemir.

Le encantaba que lo apretaran del cuello.

Que JungKook lo hiciera.

JungKook lo hacía con mucho cuidando, tratando de no apretar muy fuerte para no dejar marcas en el pequeño cuello del omega. TaeHyung soltaba pequeños quejidos de placer. Él quería más que apretones en el cuello, pero le daba pena decirle a JungKook.

El secreto de tu aroma | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora