Capítulo 20

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Marca

No podía negar que estaba nervioso. Estaba muy, muy nervioso. Tenía su piel de gallina y sus pelos erizados, no dejaba de morder sus uñas y de menear sus pies de un lado a otro sin dejar de hacerlo. Sudaba más de lo normal y quizá estaba actuando extraño.

Quería irse.

Tan solo salir del departamento para tomar un poco de aire fresco, quizá eso lo iba a calmar un poco o quizá lo iba a poner aún más nervioso.

Quería llorar, pero no sabía si de desesperación o simplemente de tristeza. Tal vez todo esto se debía al embarazo, ya estaba en la etapa de los cambios de humor.

Su omega era una cosa a parte, su omega parecía estar muy tranquilo —como era de costumbre— y alegre. Su omega suspiraba muy feliz y ronroneaba cada vez que sentía el aroma del alfa. Sentía como este se estiraba y dejaba salir esos bostezos de cansancio o cuando este estornudaba como si fuese un gatito. En pocas palabras, su omega parecía estar muy ansioso por lo que iba a pasar en unas horas. 

Tomó un baño con jabones con aroma de chocolate que JungKook tenía por ahí, incluso se atrevió a ponerle un poco de color al agua. Puso unas cuantas velas al rededor y se quedó ahí por un buen rato. Pero nada de eso logró quitar los nervios que tenía.

Ya estaba todo preparado.

Había velas en todo el departamento, pero estas estaban apagadas. También las luces amarillas estaban apagadas —habían decidido prenderlas solo de noche— y técnicamente el departamento tenía esa aura de estar muy triste y vacío.

Voy a ser marcado. Tragó saliva. Voy a ser marcado en unas horas.

Un alfa, mi alfa pondrá su marca en mi cuello y estoy nervioso por eso.

¿Todos los omegas se ponen así cuando están a punto de ser marcados?

O quizá soy un omega raro.

Escuchó los constantes bufidos que su omega soltó.

Pronto tendremos una marca.

Hemos llegado muy lejos.

¿Alguna vez te imaginaste llegar hasta aquí?

No, definitivamente no.

Nunca pensé que llegaría a tener un alfa. Si mal lo recuerdo, habíamos descartado esa idea.

Suspiró.

No tardó en salir de la tina, tapó su cuerpo con una toalla blanca y rasposa, después se acostó así en el nido, en su nido. El aroma de su alfa no tardó en llegar a sus fosas nasales, eso fue lo que logró calmarlo por completo.

Se quedó ahí acostado, con solo la toalla cubriendo su cuerpo. Tenía frío, el nido se sentía frío cuando JungKook no estaba con él. Pero aún así no dejaba de ser protector. Amaba su nido, era perfecto y solo de él.

Tomó su teléfono y llamó a Adhara.

Esperó a que su amiga se dignara a responder.

—¡Hola! —ese grito casi revienta su oído, —¡Creí que ya no volverías a llamar!

—¿Por qué creíste eso? —preguntó. Dio varias vueltas en el nido hasta quedar en una posición muy cómoda.

—No lo sé, solo lo creí. ¿Cómo estás?

—Bien —logró decir, —sí, creo que estoy bien.

—Eso no suena para nada bien.

—¿Tú cómo estás?

El secreto de tu aroma | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora