˚₊‧꒰ა Capítulo 4 ໒꒱ ‧₊˚

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˚₊‧꒰ა JENNIE KIM ໒꒱ ‧₊˚

—No sé por donde comenzar, no conozco nada de este lugar —dije—. Pero tú sí, Rosé.

—Sé lo mismo que tú —la miré mal, ella rodó los ojos—. Pero no sé... ¿Recuerdas el nombre?

—No recuerdo nada, el chico me habló de un libro y yo confiada lo leí —hice memoria—. Recuerdo que sentí algo en mi mano y lo solté de golpe, pero después de ahí, lo que recuerdo es mínimo.

—Es tan ridículo —Rosé rio—. Es que, por Dios, ¿cómo vas a venir de una realidad a otra?, ¿y para qué?

—No lo sé, no tengo ni la más remota idea, lo que sí sé es que me quiero largar de aquí lo antes posible, es absolutamente abrumador —me eché el cabello hacia atrás—. Extraño a mi familia.

—Y yo extraño los días donde mi vida era normal —golpeó los dedos con la mesa—. Deberíamos ir practicando el baile.

—¿Baile?, no, no, no —me negué poniéndome de pie—. Estás loca, yo no sé bailar.

-Jennie, espera —Rosé me detuvo en la puerta de aquella cafetería que pertenecía a la agencia—. Sé que es mucho pedir, pero si no te integro al grupo, corremos el peligro de que no podamos lanzarlo antes que finalice el mes.

—Claro, y meten a la más pendeja, eso jamás pasará —me agarró del brazo para que yo no avanzara más—. Rosé.

—Jennie.

—Suéltame, ya —hice el amago de zafarme, pero ella apretó su agarre—. No hay forma.

—Si hay forma, hay muchas formas de que bailes y demuestres que vales todo y..., Jennie, no me hagas esto, prometo que si me ayudas yo misma iré a por esa biblioteca y encontraré al idiota que te vendió ese libro, te creo, prometo que te creo, pero ayúdame, ¡porfa! —lloriqueó.

Soplé, —Rosé.

—Jennie, si me dices que no, Lisa se enojará conmigo, por favor, dime que sí —formó un puchero.

—A ver, ya, detente, que me da penita —miré a los lados—. Puede que sí me una...

—¡Sííí!

—Pero con una condición —levanté mi dedo índice—. Que asegures que me ayudaras a irme lo más pronto posible de este lugar, y lo tienes que cumplir, Rosé.

—Yo, Rosé, juro solemnemente ayudar a Jennie Kim, a conseguir la dirección de la biblioteca —redactó con su mano extendida—. Y no sabes de la grande que me estás salvando. Ven, probaremos tu baile y cuanto tienes que mejorar.

Rosé me jaló hasta una sala de prácticas, yo inflé mis mejillas, algo intimidada. Me encogí y me sentí diminuta, como si de verdad tuviera miles de ojos sobre mí, me imaginé a mí bailando y participando en un grupo de chicas, fingiendo que amo eso cuando en realidad, no es mi por asomo lo que realmente me apasiona.

Rosé me fue mostrando el lugar, el cual tenía duchas, un amplio lugar donde poner las cosas y unos asientos que permitía a las personas observar tus prácticas, un espejo frente a nosotras y un ventanal amplio que nos daba el lujo de ver hacia la ciudad. Torcí los labios, y me dieron esas ganas inmensas de llorar.

Saber que no era mi lugar, que no era mi ciudad, me dejaba un vacío que ahora mismo nada ni nadie podía llenar.

—Regresarás, Jennie —Rosé posó su mano en mi hombro.

—No puedo pensar en que abandoné todo, no sé como estará mi familia —solté un suspiro—, pero ahora concentrémonos en el baile.

—Muy bien, acércate —me pidió—. Ahora que estás aquí, lo primero que quiero ver es tu técnica y que tan buena eres improvisando.

Confess To You. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora