Confess To You. (Jenlisa)

˚₊‧꒰ა Capítulo 12 ໒꒱ ‧₊˚

˚₊‧꒰ა LALISA MANOBAL ໒꒱ ‧₊˚

—Lo que más me gustó fue viajar a Londres, es un lugar especial y encantador, amaría regresar ahí —parloteó Seulgi, mientras disfrutaba de su comida—. Ni hablar de Argentina, volvería ahí mil veces, y chile es precioso.

—¿Hay algún país al cual no hayas viajado? —le eché un vistazo a mi reloj mientras formulaba la pregunta.

—Creo que no —soltó una risita—, pero te aseguro que revisaré en el mapa, quiero ir a todos los viajes posibles.

La recordaba diferente.

Cuando niña veía a una chica más sencilla y que no se hacía ella misma el centro de atención, llevo media hora con ella y no hace más que hablar de sus viajes, y siempre que intento conversar de un tema diferente, ella regresa a lo mismo, el tema de conversación no iba a otro lugar, sino a londres y a sus costosos viajes y sus hermosas carteras de mano, con sus zapatos de tacón.

En eso se basaba la conversación con Seulgi, y no me agradaba, pero tampoco me disgustaba. Con ella el tiempo se iba lento, era tan pausado que solo deseaba terminar con mi día desde ya. Le enseñé toda mi empresa, pero porque ella me insistió, le pedí a Jisoo que fuese amable y ella le diera el tour, pero al final del día es Jisoo, ella hace todo con segundas intenciones.

La había llevado a un lugar de comida al cual ella decía que le gustaba mucho, pero solo pedí un agua la cual iba por la mitad, creía que de alguna manera si consumía algo, las horas pasarían más rápido, que equivocada estaba.

—Eso es bueno, ¿terminaste de tu comida?

—Oh, sí, podemos retirarnos, deja y pago.

Solté un suspiro y saqué mi tarjeta de crédito llamando al chico. A pesar de ella no ser mi persona favorita en estos momentos, yo fui quien le dijo de comer. Sus historias me parecían aburridas, no tenían nada de interesante, pensé que lo notaría con mis bostezos.

Al chico regresar le agradecí y me fui directo a mi coche, entrando en este. Esperé a Seulgi quien entró al coche después de mí, lo puse en marcha y conduje por toda la calle, escuchando aún sus temas de conversación superinteresantes, estuve a punto de gritarle que hiciera silencio.

Estaba estresada y solo deseaba un rato de silencio, donde no hubiese esas risitas, donde no se emocionara siempre que ve un coche, no sé ni que demonios quiero, pero necesito que su boca esté sellada.

—Londres te cambió mucho —dije.

—Muchísimo. El ser chef mejoró mi vida —aceptó—. Amo lo que hago.

Al fin un tema que no tenga que ver con zapatos.

—Eso es excelente, te recordaba menos conversadora —dije entre líneas.

—Digamos que ahora sí tengo de que hablar, y contigo más, no sabes lo lindo que es volver a verte. Aunque extraño, cuando nos conocimos eras solo una niña y ahora eres toda una mujer, muy guapa, por cierto —su mano fue a parar a mi brazo, el cual aparté sin disimulo—. No te gusta que te toquen.

—No —espeté—. Intenta no hacerlo.

—Eso se debe a tu familia.

Frené de golpe el coche, provocándole un grito por su parte y un pitido del claxon de los coches de atrás.

—Que sea la última vez que mencionas un tema relacionado de mi familia o mi niñez —bramé inexpresiva—. No te metas en temas ajenos, Seulgi.

—Tranquila, Lisa —suavizó su voz—. Mi propósito no es hacerte sentir incómoda ni nada por el estilo, pero entiéndeme, me preocupo por ti.