capítulo 30 :Decisiones Cruciales

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Mientras Anartz y Martín escuchaban desde fuera, sus rostros reflejaban preocupación y determinación. Martín, con su experiencia y sagacidad, compartió un gesto de complicidad con Anartz, indicando que debían actuar con cautela.

Anartz, sintiendo la tensión en el aire, se acercó a la puerta, decidido a intervenir. Antes de que pudiera hacerlo, Martín lo detuvo con una mirada y le susurró: -Espera, Anartz. No sabemos cuán peligroso puede ser este hombre. Dejemos que Carlota maneje la situación por ahora.

Los minutos pasaron con agonizante lentitud mientras Anartz, ansioso y preocupado, mantenía la oreja pegada a la puerta.

Carlota, sintiendo la responsabilidad de aclarar las cosas, dijo: -Samuel, la pasión no es suficiente. Hay compromisos, lealtades y amor real en mi vida ahora. No puedo retroceder en el tiempo.

Samuel, con un dejo de melancolía, murmuró: -Supongo que siempre supe que esto no sería fácil. Pero esperaba que... bueno, que pudieras ver más allá de todo.

Samuel, asintiendo con tristeza, abrió la puerta para que Carlota saliera. Ambos se enfrentaban a la realidad de que algunas historias no tienen finales felices, y cada uno debía seguir su propio camino.

Mientras Carlota se retiraba de la habitación, aún con la tensión en el aire, Anartz se acercó a Martín, con una mezcla de determinación y preocupación en sus ojos.

Anartz: Martín, necesitamos asegurarnos de que Carlota esté bien. ¿Cómo puedes ayudarla?

Martín, siempre tranquilo, respondió: -Dale tiempo, señor. Carlota es fuerte, pero esto ha sido difícil para ella. Déjame hablar con Samuel y asegurarme de que se vaya sin causar más problemas.

Anartz, agradecido, asintió: -Haz lo que sea necesario. Quiero que esta noche sea especial para nosotros. Quiero llevar a Carlota a su restaurante favorito en Lunaris, como una sorpresa.

Martín, sonriendo comprensivamente, aceptó la tarea: -Entendido, señor. Yo me encargaré de todo aquí. Puedes confiar en mí.

Anartz, aliviado por la presencia de Martín, se dirigió hacia el baño donde Carlota se estaba vistiendo. Mientras tanto, Martín abordó la tarea de hablar con Samuel, esperando resolver la situación antes de que empeorara.

Anartz entró al baño y encontró a Carlota ocupada vistiéndose. La atmósfera estaba cargada de emociones no resueltas, pero Anartz quería asegurarse de que la noche tomara un giro positivo.

Anartz:
-Carlota, cariño, ¿cómo estás?

Carlota, mirándolo con una mezcla de alivio y ansiedad, respondió: -Estoy bien, Amor mío, Esto fue tan repentino... no esperaba que las cosas se complicaran de esta manera.

Anartz, acercándose con ternura, la abrazó suavemente: -Lo sé, mi amor. Pero ahora estamos juntos, y quiero que esta noche sea especial para nosotros. He planeado algo especial.

Carlota, esbozando una pequeña sonrisa, preguntó: ¿Algo especial?

Anartz: -Sí, quiero llevarte a cenar a tu restaurante favorito en Lunaris. Martín se encargará de todo aquí. Solo quiero disfrutar de una noche romántica contigo.

Carlota, sintiendo la calidez del abrazo de Anartz, asintió: -Eso suena maravilloso. Necesitamos un momento para nosotros, sin complicaciones.

Anartz, acariciando suavemente su cabello, dijo: -Exacto, mi amor. Solo tú y yo. ¿Qué te parece?

Carlota, mirándolo a los ojos, respondió: -Me parece perfecto, Anartz. Gracias por intentar hacer todo más fácil.

Anartz, con una mirada apasionada, le dijo: -Siempre haré lo que esté a mi alcance para que estemos bien, Carlota. Esta noche es solo el comienzo. Quiero que olvidemos todo lo malo y nos concentremos en nosotros.

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