capitulo 39 las Ancianas de la trinidad

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Con la adrenalina aún palpitando en sus venas, Carlota se colocó su tanga y su vestido mientras Marco se apresuraba a ponerse su camiseta y pantalón. Sin perder tiempo, arrancaron el coche y se dirigieron rápidamente hacia la casa de Jaime, acelerando con determinación por las calles. La noche aún guardaba secretos y sorpresas para ellos, pero por ahora, su prioridad era enfrentar lo que fuera que les esperara en la casa de Jaime.

Jaime, visiblemente preocupado, preguntó a Carlota al verla entrar: Carlota, ¿estás bien? ¿Qué ha pasado?

Sí, Jaime, estoy bien! Solo estaba con Marco, pero nada importante,

Carlota, con la mente aún llena de emociones y el corazón latiendo con fuerza, entró por la puerta de la casa de Jaime. Al escuchar su voz preocupada, intentó disimular cualquier indicio de lo que había ocurrido en el coche con Marco.
Jaime seguía observándola con atención.

Jaime, nervioso y molesto, le preguntó a Carlota: ¿Qué eran esos gemidos que escuché en el teléfono? ¿Qué estaban haciendo tú y...? Antes de terminar la frase, Carlota, poniéndose a la defensiva, trató de explicar lo sucedido.

Carlota, tratando de mantener la compostura, respondió rápidamente: Oh, esos gemidos... bueno, estábamos en el coche y... bueno, estábamos jugando y nos estábamos divirtiendo. Pero no te preocupes, todo está bien ahora.

Carlota: Consuelo, necesito que guardes un secreto. No se lo puedes contar a mi hermanastro, pero Marco y yo... hemos tenido un encuentro muy... íntimo en el coche.

Consuelo se acercó con complicidad y respondió en tono de confianza: Entiendo, Carlota. Tu secreto está a salvo conmigo. Parece que Marco ha mostrado sus garras de león, ¿eh?

Carlota: Exactamente, Consuelo. Parece que Marco ha sacado sus garras de león.

Consuelo se acercó con una sonrisa cómplice. Parece que sí. Bueno, espero que hayas disfrutado del paseo salvaje.

Carlota le guiñó un ojo con picardía. Oh, sí,

Carlota y Consuelo se preparaban para dormir, vistiendo sus pijamas mientras compartían algunas risas y conversaciones. En ese momento, Jaime apareció en la puerta de la habitación con una expresión tranquila pero preocupada.

¡Buenas noches, chicas! saludó Jaime con una sonrisa, aliviado de ver a Carlota sana y salva en casa.

Carlota le devolvió la sonrisa y asintió. Buenas noches, Jaime. Gracias por preocuparte.

Consuelo también expresó su agradecimiento con una sonrisa cálida. Sí, muchas gracias, Jaime. Espero que tengas una buena noche.

Jaime les deseó buenas noches una vez más antes de retirarse de la habitación, dejando a Carlota y Consuelo listas para descansar después de un día lleno de emociones.

Marco llegó a su casa, aún sintiéndose un poco agitado por la intensa experiencia que acababa de vivir con Carlota. Al entrar, se encontró con su padre, quien lo recibió con una mirada inquisitiva.

¿Cómo estuvo la noche, hijo? preguntó su padre con curiosidad, notando la expresión algo nerviosa en el rostro de Marco.

Marco titubeó por un momento, tratando de encontrar las palabras adecuadas para describir lo sucedido sin revelar demasiado. Fue... interesante, respondió finalmente, intentando sonar casual.

Su padre arqueó una ceja, claramente intrigado. ¿Interesante de qué manera?

Marco se apresuró a cambiar de tema, evitando entrar en detalles. Oh, solo hablamos de algunos asuntos familiares y proyectos futuros, respondió vagamente, esperando que su padre no insistiera demasiado en el tema.

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