CAPÍTULO ONCE

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Habían pasado tres semanas y se acomodaron rápidamente a la rutina del campo aunque en realidad no tenían mucho por hacer, se ocupaban en su mayoría de ayudar a Sarah y Jungkook era quien más le ayudaba, disfrutaba de las clases que Sarah le daba, especialmente las recetas con tofu y las salchichas vegetarianas que Jin le había traído hace un par de días. No sabía cómo las había conseguido, pero esa tarde hace tres días atrás, cuando llegaron con Timothy y Taehyung, Jin le había traído ocho tipos diferentes de salchichas.


Jungkook se estaba encargando de cuidar de los potrillos y cuando Ray se volvió a acercar nuevamente a Jungkook, Jin prácticamente había meado sobre él aclarando que era su esposo. La mentira fue más allá cuando Seokjin le besó. No fue un picoteo, no fue un roce leve, fue un beso en toda su regla, con mucha lengua y las manos de Jin amasando su firme trasero.


Después de soltar a Jungkook se presentó ante un incómodo Ray, le pidió que ayudara a Jungkook a cuidar del potrillo que estuvo convaleciente y con una sonrisa satisfecha se marchó hacia el invernadero.


-Tu esposo es algo territorial ¿verdad? -le preguntó Ray viendo hacia el camino por el que desapareció Jin.


-Pues sí, él es muy cuidadoso conmigo -respondió incómodo sintiendo sus mejillas arder. Sabía que tenía que hablar con Seokjin de los límites. Límites que por su puesto se fueron a la mierda cuando encontró a Jin cerca del invernadero hablando con uno de los trabajadores de Taehyung, a leguas se notaba que el hombre estaría gustoso de tener a Jin sobre él, empotrándolo contra la pared del granero y con su lengua llegándole a las amígdalas. La mirada del vaquero gritaba sexo por todas partes. Y no, Jungkook lo sentía por todos en la granja, pero Jin era suyo. Aunque fuese un imbécil era SU imbécil.


Acercándose hasta donde estaba Jin le saludó desde lejos, se acercó y puso su palma en la nuca de Jin mientras se abalanza en la boca entreabierta de modelo, su mano aterrizó en el abdomen esculpido de Jin e hizo un mapeo subiéndolo hasta casi los pectorales. Cuando el aire se hizo necesario se separó de Seokjin, por supuesto que Jin le mordió suavemente el labio inferior. Se percataron que el hombre que estaba conversando con Seokjin los miraba de una manera incómoda y celosa.


-Jongguk, mi amor. Déjame presentarte a Robert. Robert este es mi esposo. Justo estaba diciéndole a Robert si podía ayudarme a recoger tomates y chiles del invernadero para ti, podrías hacer el guiso que nuestra prima te ha estado enseñando. -guiñó el ojo haciendo que Jungkook se sintiera inestable.


¡Por Dios! Este hombre podía hacer que perdiera la cabeza en un segundo y ahora él era quien quería estar empotrado en cualquier superficie plana con Jin hundido en él.


Así era con Jin, podían estar tranquilos recostados, pero bastaba un beso o una caricia y lo siguiente que sabían era que estaban gimiendo, desnudos y sudorosos. Pero después de las compras hace tres semanas habían empezado a llevarse mejor aunque estaban obviando el elefante blanco en la habitación. Había una conversación pendiente que Jungkook no quería abordar aún.


-Está bien cariño -le dijo acercándose más a Jin, le tomó la mano y caminaron hacia el invernadero, Robert que había puesto los ojos en Jin se sentía molesto. Había visto a Seokjin solo cuando estaba trabajando en el invernadero y se sintió atraído de inmediato.


Cuando pasó para ir hasta la puerta del invernadero empujó el hombro de Jungkook quien se asombró de los alcances de este tipo. Jin lo acurrucó en su abrazo y le quitó del camino del enojado vaquero, podía entender que se sentía celoso, Jin no fue ignorante de la atención de Robert, pero no dejaría que nadie le faltara el respeto al hombre que amaba.


-Gracias Robert. Desde aquí puedo guiar a mi esposo yo, muy amable por tu ayuda -le despidió enojado Seokjin dejando al joven vaquero estupefacto.


Llenaron una pequeña cesta, encontraron pimientos amarillos, una espinaca y un poco de cebollín. Jungkook no había visitado esta parte de la granja y quedó maravillado. Según le explicó Jin había otro huerto, uno hidropónico, pero estaba en el otro lado de la hacienda. Con la promesa de que lo llevaría al día siguiente a visitarlo, fueron a la cocina, prepararon la cena y terminaron a limpiar y guardar su cosecha.


La cena estuvo espectacular, el guiso picante y atomatado les encantó a todos, incluyendo los trabajadores que se quedaban en la granja por la noche. Como ellos cocinaron les permitieron retirarse, cuando Jungkook iba hacia la habitación Seokjin le atajó y le dijo que tenía que enseñarle algo. Hizo que se pusiera uno de los suéteres que había comprado y le llevó hacia el granero, sin despertar a los animales le instó para que subiera a un cobertizo interno. Cuando llegaron hasta donde le indicó Jin le dijo que cerrara los ojos. Se aseguró de que no veía nada y empujó una compuerta por donde se podía ver el inmenso manto oscuro salpicado con un millar de estrellas.


-Abre los ojos Kook -susurró Jin en su oído, lo que hizo que se estremeciera.


Los abrió y vio la noche más hermosa que podía imaginar.


-¿Cómo... cómo encontraste esto? -preguntó asombrado. Podía distinguir las estrellas y las sombras de algunos árboles que todavía guardaban el invierno sobre ellos.


-Lo encontré con Timothy, cuando te ayudamos a cuidar de Troy. Tae nos dijo que aquí estaban las mantas para los caballos. -le señaló el montón de cobijas que habían dobladas ahí. Tomando una la puso en el heno e hizo que Jungkook se sentara. Sacó una taza y un termo, le entregó a Jungkook una taza de chocolate caliente y se pusieron a ver el precioso cielo estrellado. Kook buscó la manera de terminar entre los brazos de Jin. Cuando estuvo rodeado del calor del hombre que amaba nada puso detenerle, volteó su rostro pegando su boca a la de Seokjin, sacando un suave gemido cuando su lengua exploró el sabor achocolatado y dulce de la boca del otro modelo.


Metiendo la mano bajo la ropa de Jungkook, Jin exploró la piel tersa y suave de la espalda y abdomen que tanto había extrañando haciendo a Kook soltar un sonoro gemido. Si así era el cielo él viviría con gusto ahí.

Empezamos con el maratón de fin de semana. Nos leemos más tarde 💜


MAL DÍA PARA VERTE (JINKOOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora