EPÍLOGO

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TRES AÑOS DESPUÉS


-Jin, el almuerzo está listo -gritó Jungkook con el pequeño Kim Jan sentado en su cadera, el niño era una hermosura de cabellos color caramelo, las facciones en su mayoría de su padre, pero la dulzura y calidez de su mamá. Tae y Sarah habían ido con la pequeña Ariadne al dispensario del pueblo por sus vacunas, la niña tenía apenas seis meses de nacida y era la fiel copia de su madre.


Seokjin salió del invernadero, con las manos llenas de una cesta con verduras y algunas frutas, habían creado uno nuevo y Jan era quien más disfrutaba al estar ahí, los tomates cherry eran sus favoritos.


Se sacudió la ropa, dejando su calzado afuera y llevó la cesta dentro de casa. Taquito y Flo, su nuevo gatito, vinieron a la cocina con su paso galante. No pasó lo mismo con Bronx, su american bully, que entró corriendo batiendo su colita golpeando la mesita de comer de Jan y sacando una carcajada del niño.


Mientras Jin acomodaba el babero de Jan, Jungkook servía la comida para ellos. Un delicioso costillar de cerdo al horno acompañaba a unas papas duquesa, ensalada fresca y vegetales salteados, en el vasito entrenador había limonada, bebida que el pequeño hijo de Tae disfrutaba.


Aunque Bronx había comido recientemente, estaba acostado al pie de la mesita, expectante de lo que Jan pudiese hacer caer al suelo.


Estaban almorzando cuando escucharon el sonido de un auto estacionar fuera de su casa, con cautela Jin se asomó a ver quién podía ser. Taehyung y Sarah no podían haber vuelto tan rápido, además ellos conducían una camioneta y este sonido era de un pequeño auto.


Cuando Jin jadeó, Jungkook se asomó corriendo al ventanal. Ahí en su patio estaban sus padres, acompañados por Jimin y Nam, un segundo auto detrás dejaba ver a Yoongi y Hobi, venían con su pequeña bebé. Ellos había realizado muchos trámites hasta que pudieron adoptar a Christina, una pequeña bebé de un año de edad, que había quedado huérfana cuando su madre murió al traerla al mundo y no hubiese nadie quién reclamara su tutela. Era la luz de los ojos de sus papás.


Habían venido para las vacaciones de verano y no había nadie más feliz que Jungkook cuando la casa estaba llena de gente y ruido. Después llegaron Tae y su esposa, trayendo a la bebé dormida. Mientras que Christie, como la llamaban de cariño, y Jan estaban sentados en la piscina de pelotas jugando y riendo.


Jin miraba a su esposo, riendo feliz y emocionado contando las anécdotas de lo maravilloso que era para ellos vivir en las montañas. Harper era el último lugar que Jin consideraba llegar a vivir, siempre se había considerado alguien de una gran ciudad, pero este pueblo y sus gente había traído calma, amistad y vitalidad a su vida y a la de su esposo.


Eso era todo lo que necesitaba, vivir en paz disfrutando de sus días con el amor de su vida junto a él.


Fin



MAL DÍA PARA VERTE (JINKOOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora