Capítulo Uno

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– Nos vamos a Uruguay – dijo Cami mientras desayunamos.

Me atraganté con la medialuna que me llevaba a la boca y abrí mis ojos como platos.

– ¿Qué? – fue lo único que pude contestar

– Sí, gané el sorteo. Dos semanas en Montevideo de vacaciones. Un hotel re cheto.

– Pará, ¿En qué momento?

– Ahora, o sea, me acaba de llegar la notificación de la historia. Gané, otra vez.

Camila es mi amiga de toda la vida y la reina de los sorteos en Ig. El año pasado nos fuimos a Bariloche porque había ganado tres días y dos noches en un hotel cuatro estrellas.

– ¿Pero cuándo?

– Me anoté ayer –. No consigo decirle ni una palabra, el tema salió tan de la nada que me dejó con la boca abierta –. Dale Ro, dos semanas en Montevideo, vos siempre has querido conocer Montevideo.

– Sí, lo sé. ¿Cuándo tendríamos que viajar?

– En una semana. Podemos ir en micro, en avión… en tu auto.

– No, en mi auto no, aún no termino de pagarlo y apenas si tengo licencia.

– Dale, si nos vamos en tu auto podemos recorrer mejor la ciudad. Yo te invito y vos ponés en auto.

– Claro, vos no pagás nada porque ya te lo ganaste en un sorteo –. Lo dije de chiste, pero pareció haber herido un poco a Cami –. Te estoy jodiendo, tranqui. Pero… no sé si va a ser buena idea ir en el auto.

– ¡Sí! No te preocupés, pagamos la NAFTA entre las dos. En total ¿Cuántas horas son de acá a Montevideo?

– Ahí lo busco en Google Maps.

Tomé mi celular entre las manos y abrí la app. Busqué la distancia, que me sorprendió.

– Son cinco horas.

– Ah, nada – dijo Camí relajada.

– Pero hay que cruzar el mar, así que vamos a tener que buscar un transbordador.

– ¿No hay otra ruta? – dijo Cami mientras sorbe de la bombilla del mate.

Busqué otras opciones de ruta, pero todas eran más largas.

– Las otras están entre siete y doce horas. Nos conviene la otra.

– Sí, nos conviene la otra.

– ¿Entonces eso de ir en tu auto es un sí?

Suspiré un poco y sonreí de costado al ver la cara de felicidad de Cami.

– Sí, es un sí – le dije.

– ¡Vamos! Gracias Romi – dijo y me dió un beso en la mejilla.

Estuvimos toda la semana planificando qué lugares conoceríamos primero, los boliches más  famosos de la zona, dónde podíamos comer y otras cosas más.

Me encontraba armando la valija, con prendas interiores sexys por si se daba la oportunidad de acostarme con alguien. Recibí una llamada de Cami, diciéndome que venía en camino para mi depto.  Seguí acomodando las prendas de ropa entre los rincones que estaban desocupados.

No me convencía mucho la idea de viajar a otro país, me hubiera gustado viajar al sur, a Chubut o a Río Negro, zonas que amo. Podríamos haber ido a Mendoza, donde nací, un par de años después me mudé a Palermo y ahora tengo todo lo que quiero en esta ciudad.

Estudio cine en La Universidad de Diseño y Comunicación. Me mudé a Buenos Aires por lo que dicen todos: Dios está en todas partes pero solo atiende en la capital. Así que me despedí de mi familia e hice un viaje de casi dos días en colectivo. A veces uno tiene que entregar muchas cosas por los sueños y ese es mi caso.

Un momento después de cerrar la valija por milagro, llegó Cami. Tenía puesto unos shorts floreados, de esos que se venden en los chinos; una remera blanca y unos lentes de sol enormes. Pero lo que más amé de su outfit fue el labial rojo que se había puesto, le resaltaba la sonrisa como nada lo podría haber hecho.

– ¿Lista para un viaje a Montevideo? – dijo emocionada.

Sonreí como siempre hacía cada vez que veía a mi amiga feliz.

– Ya tengo las cosas preparadas, hay que subir las cosas y cargar combustible.

Así que emprendimos un viaje hacia Uruguay, pero yo no era consciente de lo que vendría después.
    
                                       *

Buenas amores! Primer capítulo, espero que les guste.

                                     

VISTA AL MAR | Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora