Capítulo dieciocho

1.6K 115 3
                                    

Cami no dejó de hacerme preguntas de camino al hotel. Le contesté todas… casi todas.

– ¿De qué se tratará la película? – preguntó.

– No lo tengo muy claro, pero creo que se va a ambientar en la época de Perón.

– ¿Y ya sabés quién te va a ver actuar?

– No, supongo que el director.

– ¿Y quién es el director?

– Campanella.

– No me jodás. ¡CAMPANELLA! ¿Vos estás loca? ¿Cómo puede ser que estés tan calmada? ¡Es Campanella!

– Sí, yo estaba así cuando me enteré. No podía parar de moverme.

– Vas a ser famosa. Va a ser tu debut, y un éxito. Todo el mundo va a hablar de vos y viceversa…

– No voy a ser famosa – la frené –. Todavía ni hago mi audición. Tiene que salir bien, tienen que enviarme los guiones.

– Vas a quedar, estoy segura – dijo –. Dios, Romi. Te juro que no sé qué decirte, esto es algo grande.

– Ese es el tema, es algo grande – comenté –. Pasar de actuar en la Facultad con amigos, a que me llamen para un casting de Campanella. No lo puedo creer.

– Es todo un salto – me explicó ella –. Pero es tu sueño

– Lo sé – contesté –. Quiero hacerlo, de verdad quiero hacerlo.

– Yo te voy a apoyar siempre – dijo –. Es más, podría ser tu manager.

Solté una risita que Cami tomó para bien.

– Si te decidís a estudiar.

– ¿Sabés? Mejor no, dejame con el trabajo que tengo ahora.

El viaje duró menos de lo que pensé, entre risas y pensamientos en voz alta. El aire se había puesto fresco para cuando estuvimos en la ciudad. Llegamos en la noche, justo a tiempo para cenar. Ambas estábamos cansadas, el viaje había sido largo para ser de un día.

Subimos a la habitación y nos aseamos. Me puse un jean de tiro alto y una chomba celeste con unas sandalias bajitas. Cami salió de su cuarto con una falda larga y una camisa blanca.

Sentí mi celular vibrar dentro mi bolsillo, varios mensajes me llegaron de golpe.

– ¿Nos vamos? – me preguntó.

– Andá yendo, yo ya voy.

– Okay, dale – dijo y se fue cerrando la puerta.

Camila no insistía cuando sabía que no debía hacerlo.

Revisé mi teléfono entonces. Tenía cinco llamadas perdidas de Enzo y varios mensajes. Había olvidado que hoy íbamos a salir, porque al fin de cuentas no quedamos en nada.

Enzo

Fui a buscarte y no estabas.
01:45 pm

¿Estás bien?
01:47 pm

Creí que hoy nos veríamos.
01:50 pm

Tengo algo que decirte.
01:55 pm

Suspiré al leer lo que había mandado. Luego recordé la charla que había tenido con Cami en el desayuno. “Entonces no le des esperanzas, porque él te mira como si quisiera estar con vos por el resto de su vida” había dicho.

En las películas de romance que he visto siempre el que tiene dudas es el chico. El que no sabe qué hacer porque pelea consigo mismo. En estas películas, cuando las cosas comienzan como una aventura, casi nunca terminan bien. Y yo estaba ahí, porque no quería lastimar a alguien, pero tampoco quería terminar herida. Sé cómo soy y sé cómo es esta situación. Es una decisión difícil y podría haber parecido, pero no tenía solución.

En esta historia, alguien termina herido. Puede que la herida dure una semana o unos meses, que el recuerdo se disuelva entre las miles de memorias que guardamos en la mente, o que quede estático en el tiempo. No importa cuánto dure, sino que es la intensidad del momento lo que marca a una persona, o a dos en mi caso.

Porque si le digo que no, sé que esta historia terminará acá y que puede que sea el capítulo final. O puede que decida continuarla, que dure un rato más. Que terminemos enamorados y veamos alguna solución para que dure lo que tenga que durar.

De todas formas, lo vuelvo a repetir, en esta historia alguien termina herido.

Así que cuando le contesto el mensaje tengo todas estas ideas presentes en mi cabeza.

Romina

Hola Enzo, perdón.
10:23 pm

Lo olvidé.
10:23 pm

¿Podemos vernos mañana?
10:23 pm

De todas formas hay que hablar.
10:23 pm

    *

Nuevo Cap! Espero que les guste! Denle amor! Y una pregunta ¿Qué parte les ha gustado más hasta ahora?

VISTA AL MAR | Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora