Capítulo Tres

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Mientras Camila se bañaba yo busqué en mi valija algo que se viera sexy y a la vez fuera cómodo. Encontré un top corset negro con una minifalda blanca. Quizás no se amoldaba a lo segundo, pero me gustó como me quedó. Me planché el pelo una vez Cami salió del baño y luego lo recogí en una cola. Me pinté los labios de un color bordó bastante bonito y ya estaba lista, solo faltaba el pelo de Cami.

Fui hasta el balcón, que tenía una vista al mar espectacular. Además se veían un par de edificios hacia los lados. Era una vista preciosa. Podríamos apreciar el amanecer todos los días durante las dos semanas.

– Ya estoy ¿Vamos? – dijo mi amiga.

Se había recogido los rulos en una media cola y tenía un top blanco con detalles en lila, como su falda.

– ¡Vámonos!

Fuimos caminando porque el lugar estaba muy cerca. Se escuchaba “Columbia” de Quevedo antes de llegar. Las luces de neón brillaban por todo el lugar, que estaba plagado de personas por todos lados. Bailaban como si fuera la última noche de sus vidas. Así quería sentirme yo, liberar toda la tensión después de un mes repleto de exámenes.

Caminamos directo a la barra donde había un hombre de unos treinta años con una hermosa barba y ojos color miel.

– ¿Qué les sirvo hermosas? – nos dijo con una media sonrisa.

– Quiero un cuba libre – pidió Cami.

– Yo quiero un campari – dije.

La verdad no tengo mucha idea de tragos ni nada de eso, así que pedí lo primero que se me vino a la mente. El fernet me ha cansado con los años, asique solo bebo campari o vino blanco.

– Obvio, ya se los preparo.

Nos dio los tragos y nos fuimos a bailar. La música era muy buena, así que bailamos hasta el suelo como si fuéramos las dueñas del lugar. ¿O no es eso lo que dicen de los argentinos?

No recuerdo cuántas canciones bailamos, no sé en cuánto tiempo me acabé el trago, pero pareció ser apenas un segundo. Fuimos de nuevo a la barra y volví a pedir lo mismo, Cami pidió un vodka.

Empezó a sonar “Una Foto”, entonces corrimos de nuevo al baile en medio del lugar, iluminadas por las luces del Dj. Cantábamos a todo pulmón mientras nos emborrachábamos.

Un chico de pelo rubio y ojos claros agarró a mi amiga de la cintura y empezó a besarla con descaro. Ella se dejó llevar por el momento y no la vi más en toda la noche.

Me fui para el costado de la barra a descansar las piernas un rato mientras terminaba mi tercer vaso ¿O era el cuarto? No lo recuerdo muy bien.

Miraba cómo todos se divertían, las chicas perreando hasta el piso con sus amigos. Subí la mirada a la zona vip del lugar y me di cuenta que había un chico que me estaba viendo. Desvié la vista para ver si encontraba a mi amiga, pero no la veía. Al fondo del lugar había varias parejas que se besaban.

Tendría que haber ido a buscarla o haberle enviado un mensaje, pero no hice nada de eso. Me quedé en el lugar con los brazos cruzados mientras me tomaba la última gota de campari que quedaba en mi vaso.

Volví a mirar arriba y ese chico seguía mirándome. Me puse algo incómoda por su mirada directa, pero decidí enfrentarlo y yo también quedé mirándolo. Estuvimos un rato así hasta que él decidió bajar de la zona vip.

– Hola – dijo cuando estuvo frente a mí.

Era alto y tenía unos hermosos ojos negros que me provocaban cosquillas en el vientre. Tenía unos lindos labios carnosos y una sonrisa que por poco no me hizo suspirar la primera vez que la vi.

– Hola – dije.

– ¿Por qué estás sola?

– No, en realidad no estoy sola. Vine con una amiga, pero se fue con un chico o algo así alcancé a ver.

– ¿Nadie vino a ver por qué estás sola pegada a una pared hace como veinte minutos?

– No – sonreí –. Sos el primero.

– Yo no podía no hablarle a una chica tan linda como tú.

Reí un poco mientras tenía la mano inquieta con el vaso.

– ¿Te invito un trago?

– En realidad tengo barra libre, así que tendría que invitarte yo. ¿No?

Rio un poco mirando al suelo. Las luces iluminaron el momento justo cuando se le armó un hoyuelo en la mejilla izquierda.

– Teóricamente sí. Perdón, no he preguntado tu nombre.

– Romina, pero decime Ro nada más. Solo Ro.

– Okay, Ro.

Mi nombre en su boca sabía como la más exquisita miel que hubiera probado jamás.

– ¿Y vos cómo te llamás? – le dije con una sonrisa.

– Enzo – me dijo con ojos brillantes –. Solo Enzo.

                                       *
Tercer cap! Que lo disfruten!

VISTA AL MAR | Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora