Capítulo Cinco

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– ¿Sos un actor famoso? – dije.

Puede ser que el alcohol me haya empezado a afectar.

– Sí – dijo Enzo después de unos segundos –. Es mi primera película importante.

– Está en la boca de todo el mundo – dijo Cami –. Tu actuación está buena… como vos.

Fulmino a mi amiga con la mirada para después volver mis ojos hacia el actor que tengo delante de mí. Debí haberme dado cuenta de que era una persona importante cuando no quiso decirme el nombre de su película.

– ¿Por qué no me dijiste?

– Acabo de conocerte, hubiera sido un poco precipitado. ¿No creés?

Sí, es verdad, tenía razón.

– ¿Cómo no me reconociste? Tu amiga dice que la película está por todos lados, en redes. Es de Netflix además.

– No pago Netflix, y no uso las redes en época de exámenes.

– Es enero – me dijo él.

– Sí, bueno – contesté –. Me olvidé de descargarlas de nuevo.

– Yo he sido quien le daba las noticias del día – agregó mi amiga.

– ¿O sea que estabas allá arriba con todos los demás actores? – le pregunto.

Él asintió con la cabeza y tenía una media sonrisa colada en sus labios. Si no hubiéramos estado hablando de que es un actor famoso de Netflix de la noche a la mañana y si no hubiera estado Camí con nosotros, le hubiera clavado el beso de su vida.

– Sí, y Bayona.

– ¿!Bayona!? ¿!El mismísimo J.A. Bayona!?

– Así es – dijo Enzo.

– Es el director – dijo Cami.

– Tom Holland ha sido mi crush desde “Lo imposible”.

– El mismo desde “No Way Home” – dijo Cami mientras seguía tomando no sé qué.

– Perdón, pero es que… no sé cómo reaccionar.

– No, ni yo – dijo él entre risas –. Es que, fue algo que salió así. Nunca me imaginé el impacto que causaría.

– Amigo es de Netflix y de Bayona. Iba a causar mucho impacto – dice Cami y empecé a notar como se tambaleaba un poco.

– Cami ¿Querés que nos vayamos? Estás muy borracha.

– No, no. Estoy bien. – Obviamente no lo estaba, porque en ese momento se cayó encima de mí.

– No, sí. Nos vamos – dije.

– ¿Necesitas que te ayude con ella? – dijo con cara de preocupación.

– No, nos quedamos en un hotel que está a unas cuadras. No hay problema.

– Es peligroso a esta hora, dejame que las lleve – insistió.

Yo suspiré mientras apoyaba el brazo de Camí alrededor de mis hombros.

– Está bien.

– Okay, vamos te ayudo.

Llevamos a Cami fuera del boliche. El auto de Enzo estaba a la vuelta de la esquina. Era un auto cero kilómetros de color gris, parecía recién encerado.

– Ya empiezo a notar que sos alguien de mucha plata – dije en modo de chiste, pero sonó mejor en mi cabeza.

– Sí – dijo un poco tímido –. Lo compré hace una semana. Estuve ahorrando mucho, y además con el tema de la peli… – hizo un movimiento con la mano como para que entendiera que era una locura.

Subimos a Camila en los asientos de atrás, ya se encontraba dormida. La acostamos como pudimos y ella se acomodó más tarde. Después Enzo abrió la puerta del copiloto de la forma más chamullera que podría existir. Me sonrió coquetamente y yo subí al auto. Él subió después de mí.

– ¿Dónde es? – preguntó.

– En el Hyatt Centric.

– Uff – él rió –. Después me decís a mí que soy alguien de plata.

– No – dije, también riendo –. Cami, mi amiga borracha. Ella siempre se anota en sorteos y…

– Ah – dijo mientras encendía el auto –. Ganaron un sorteo.

En su voz sonaba una leve pizca de burla, pero no de la mala. Otra cosa que me encantaba de él, su voz. Podría desear que dijera cualquier cosa al oído con su voz dulce y ronca.

– Sí, suena re flashero, pero es verdad.

Enzo recorrió las únicas dos o tres cuadras que había entre el boliche y el hotel, y estacionó el auto en la puerta.

– Gracias – le dije.

– No hay de qué. Siempre es un honor hacer algo por dos chicas lindas.

– Sos terrible chamullero – bromeé.

– ¿Qué? ¿Acaso está mal elogiar a dos señoritas?

– Guardate mejor los elogios para otro día – le sonreí –. Fue un placer conocer a un actor famoso.

– Soy actor, pero todavía no me creo eso de “famoso”.

– Lo sos – le dije y me bajé del auto.

Abrí la puerta de atrás y desperté a Camila.

– ¿Qué pasó? – dijo ella.

– Ya llegamos, vamos.

– Pero yo no quería irme –. Seguía borracha, muy borracha.

– Dale, bajate así te doy un vaso de agua.

– ¿Puede ser una Coca?

– Bueno, una Coca.

Cami bajó del auto y yo cerré la puerta. Lo bueno es que ya podía caminar sola. Pero antes de despedirme de Enzo, él me llamó.

– Esperá.

– ¿Qué pasó? –. Me acerqué a su ventanilla.

– Te estás olvidando esto.

– ¿Qué es? – me tendió un papel arrugado –. No es mío esto.

– Sí, sí es –. Arrancó el auto –. No vemos.

Enzo dobló en la otra cuadra, seguramente para volver con sus amigos al boliche. Yo aún sentía el fantasma de su tacto en mi cintura y espalda baja. Recordé la forma en la que me hizo bailar, haciéndome sentir casi drogada. Y sus ojos, negros como una piedra volcánica, me hicieron estallar de placer al ver cómo miraba mis labios, justo antes de besarnos.

                                       *

Capitulo cinco! Comenten si les gustó! Más tarde subiré los otros capítulos.

VISTA AL MAR | Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora