Amistades inolvidables

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Si hay algo que jamás lograré entender, a parte de las matemáticas, la física y la química...

Es el fútbol americano

Por mucho que trato de investigar para aprender así sea el nombre el aro donde pasa el balón...

No me queda nada

Porque no nos gusta

Pero lo hacía por Rusell. Mi novio vino el día de hoy para pasar un rato juntos, antes de que se vaya a las prácticas. Y aquí estábamos. Los dos abrazados en el sofá mirando un partido de fútbol.

-¿Vendrás al juego del viernes? -menciona con la mirada fija en la televisión.

Tengo trabajo

-Amor, me encantaría ir a verte...Pero debo trabajar.

Me duele tener que dejar de hacer mis cosas por el trabajo. Todos los partidos de Rusell casi siempre me los pierdo. O incluso algún otro evento.

-Ai...Es importante para mi -me mira-. Pero...Olvídalo, sino puedes ir no vallas.

Dice cortante para luego mirar mi clavícula

-Deberías cubrirte.

Vuelve a mirar la pantalla sin musitar otra palabra. Al menos, no a mi.

Cubro la corona de hojas que tengo desde mi parte trasera hasta el frente. Tengo una en cada lado, las puntas se unen en el medio de mi pecho, donde más debajo hay una clase de flor y sol.

Creo que no pensábamos con claridad al momento de tatuarnos

¿Tu crees?

Así pasamos la mañana y medio día. Mi novio alabando a su equipo. Y yo admirando el brillo de sus ojos.

-Carajo...

-¿Todo en orden? -había preparado chocolate caliente para ambos.

-Se me olvidó ir por mi casco -dice entre dientes. Recogiendo sus cosas para darme una mirada fugaz-. Lo siento Ai. Será después.

Me lanza un beso al aire para salir desesperado del departamento

Dejándome parada en medio del camino con dos tazas de café en mano. Las guardo en la nevera para irme a mi cuarto. Seguro mis amigos llegarán en una hora y se los beberán.

Busco a morita para intentar de nuevo la melodía y continuar con mi canción. Paso frente al espejo y me detengo a verme. Mi cabello en una coleta baja con el fleco recogido con pinzas de mi tono de cabello. El pantalón que usé para ir a la audición junto al suéter que es algo suelto en los hombros.

Estamos algo delgadas

Hago una mueca para seguir mi rumbo. Alcanzo el estuche para sacar a mi compañera de locuras. Verifico que esté afinada para comenzar a tocar. Mis ánimos están por el piso. La dejo de lado para suspirar y tirarme en la cama. Viendo el techo.

Quizás debamos hacer ejercicio, así seríamos como las arpías.

Es un buen punto, pero soy demasiado floja

O podríamos tratar de invertir en mejores suéteres

Es mejor

Me entretengo hablando con mi conciencia que no supe a que hora mis amigos habían llegado a mi habitación. Ni que las horas habían volado.

-¡Mira foronda! ¡Levanta ese culo que nos vamos!.

Me siento en mi cama para mirar a Daiana, su sonrisa decae al ver mi estado de ánimo y viene a mí lado.

Carne y HuesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora