Holi

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Artemis

India...

Un país con una cultura extremadamente interesante. Recorrer las calles, los mercados, ver sus arquitecturas es una de mis partes favoritas.

También reconozco que su economía es una mierda. La India, tiene sus ciudades que están en más que desgracia. Me da un revuelco en el estómago al tener que ver niños en estados críticos.

Crecí en un ambiente adinerado. Con muchos lujos. Pero siempre viví con la enseñanza en que no por ello debo creerme más que otro. Claro que mi padre no le veía del todo así. Por lo que, Athena, mi madre se encargó de reñirnos a ambos.

He traído al pequeño canario conmigo. Desde que hablamos pro video llamada la he notado tensa. Extraña. Distante incluso. Como si temiera dar un paso.

Hemos hablado respecto al tema. Le he dicho que no debe sentirse mal o insegura conmigo. Tal vez yo tenga algo de culpa en ello. Sabía que su antigua relación fue una mierda y aún así le pedí que fuera mi novia.

Amo estar con ella. Verla reír. Sonreír. Oírla cantar a cada segundo. Es lo mejor que me pudo pasar en la vida. Tengo conocimiento en el amor gracias a los libros. Y a mis padres. Verlos amarse a pesar de todo. Me demuestra que todos merecemos ser amados.

No me veo con nadie que no sea Airam. Ella me llena de paz. Me hace sentir que puedo tener una vida normal. Es una luz que por mucho que intentes apagarla no puedes. Su aroma a vainilla. Su piel. Amo todo de ella.

—¿Estás dormido?.

Abro mis ojos para ver el techo del avión. Giro mi cuello hacia ella quien me mira algo asustada. Desde aquí puedo visualizar la profundidad de su verde. Las pecas sobre su nariz y rostro. Miro sus labios unidos en una mueca nerviosa. Vuelvo a sus ojos y sonrío leve.

—Solo descansaba la vista —bromeo para girar completamente hacia ella.

—Lamento despertarte —se aparta tímida para mirar por la ventana.

La tomo de la cintura para atraerla hacia mi. Su cuerpo se tensa y escondo mi rostro en la curva de su cuello.

—¿Qué te atormenta, canario? —murmuro sobre su piel.

No me dice nada. Algo que me enfada pero no quiero discutir. Es lo que menos quiero.

—Es solo que... —suspira—. Estoy estresada. Debo terminar el álbum pero no encuentro algo que me inspire.

Beso su mandíbula, su cien, me acomodo para acurrucarla en mi pecho.

—Es porque te has colapsado estos días —musito sobre su cabello—. Necesitas respirar. No eres un androide.

Eso la hace reír leve. Sus dedos acarician mi mano sobre su abdomen. Ambos miramos el cielo azul con nubes a través de la ventana.

—Tienes razón... Debo tomar un descanso.

—Siempre la tengo.

—Idiota —suelta divertida—. ¿A donde me raptas esta vez?.

—Es una sorpresa cariño —bostezo para suspirar.

Estos días el cansancio se ha apoderado de mi. Viajo casi que todos los días por el trabajo. Algunos socios quieren remodelaciones. Sino son las galerías. Pero siempre tengo algo que me impide descansar bien.

—Debes dormir. No eres un androide —repite mis palabras en un susurro.

—¿Me cantas algo para dormirme? —espeto con picardia, pero me sorprende que asiente.

Carne y HuesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora