Capítulo 34

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Luke permaneció en su habitación el resto del día, sólo salió para cenar, (no porque tuviera hambre en lo más mínimo, sino para evitar tener que dar explicaciones a su padre). Durante todo su aislamiento voluntario, pensó mucho en el consejo de Han y en cómo podría ayudarlo, realmente se sentía solo, al principio había llegado a pensar que había perdido a su familia, pero había recuperado otra a cambio al conocer a su padre y hermana. Sin embargo, aunque amaba a Leia, (por más mandona que fuera), no podía acercarse del todo a su padre, no como a la tía Beru, o al mismo tío Owen, (por más estricto y cascarrabias que fuera). 

Leia por su parte, estaba muy preocupada por su hermano, había pensado en ir y decirle todo a su padre, sin embargo, Han le advirtió que si llegaba a hacer eso, perdería la confianza de su hermano para siempre, él se volvería aún más cerrado y distante de lo que ya era y, en el peor de los casos, Luke podría llegar a tener serios problemas con su padre. Leia no quería lastimar más a su hermano, razón por la cual optó por guardar silencio.

—¿Y ahora qué hago Han? No puedo quedarme aquí sentada mientras mi hermano sufre —dijo Leia con frustración.

—A mí también me preocupa, por eso le dije que buscara ayuda profesional, alguien en quien confiara fuera de su entorno —dijo Han.

—¿Pero quién? No tenemos a nadie excepto... —se cortó Leia.

—¿Quién? —preguntó Han.

—Después te cuento, ahora tengo que hablar con Luke —dijo Leia mientras corría directamente a la habitación de su hermano.

Han se quedó en blanco, no sabía qué estaba pasando, pero era obvio que Leia había tenido una idea, esperaba que lo suficientemente buena como para, por lo menos, sacar a Luke de su voluntario encarcelamiento.

—Luke —llamó Leia entrando y cerrando la puerta detrás de ella.

—No quiero hablar Leia —respondió distante Luke.

—Entonces escúchame —dijo Leia.

—Apreciaría que me dejaras solo —dijo Luke.

—No puedo, yo sé que no estás bien, puedo sentirlo; por favor hermano, si no quieres hablar conmigo al menos escúchame —suplicó Leia.

Luke suspiró resignado, su hermana era más terca que R2D2, (y eso era decir mucho).

—Bien, te escucho, pero no creo que sirva de nada —dijo Luke.

—Han me dijo que uno de sus consejos para ti, fue buscar ayuda fuera de tu entorno —dijo Leia.

—Sí ¿y? —preguntó Luke.

—Y... he pensado en la persona perfecta —dijo Leia con alegría.

En ese momento, la mirada de Luke cambió de desinterés absoluto a intriga total.

—¿Qué dices? —preguntó Luke.

—Lo que escuchas —respondió Leia.

—¿Y quién es esa persona en la que confías tanto como para hablarle de mis problemas? —preguntó Luke con seriedad.

—La profesora Radescu —dijo Leia.

—¿Natasha? —preguntó Luke.

—¿Acaso hay otra? —cuestionó Leia con ironía.

—¡No! No, no, no, en absoluto, te volviste loca, no le voy a decir nada de esto a una mujer que sería capaz de llamar a mi papá y contárselo todo —respondió Luke.

Leia:


—Luke, si ella hiciera eso ¿tú crees que yo le contaría mis problemas? —preguntó Leia

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—Luke, si ella hiciera eso ¿tú crees que yo le contaría mis problemas? —preguntó Leia.

—¿Y qué problemas tienes tú? —preguntó Luke, como si fuera un adulto preguntándole a una criatura de cinco años.

Leia lo miró con disgusto y le dijo...

—Mira niño, aunque te sorprenda no eres el único que ha tenido un brusco cambio de vida, al igual que tú yo llevo muy poco de conocer a mi padre, pero a pesar de lo difícil que fue digerirlo todo al principio, me vino bien saber la verdad —dijo Leia con seriedad.

Luke se limitó a mirarla por un momento antes de preguntarle...

—¿Extrañas algo de tu antigua vida?

—No, ya no —respondió Leia con sinceridad—¿ tú sí?

—Sí, extraño vivir sin miedo —respondió Luke.

Leia lo miró con pesar y le preguntó...

—¿Eras feliz en tu vida anterior?

—No al principio, la vida de un granjero de humedad me parecía demasiado simple y aburrida —dijo Luke.

—¿Entonces qué te hizo cambiar? —preguntó Leia.

—Tal vez, que no confío en mi padre, que dejé atrás a mis amigos, que perdí a mis tíos de un momento a otro, no lo sé —respondió Luke.

—Pero si tanto los extrañas, tal vez puedas ir a visitarlos alguna vez —intentó animar Leia.

—A mis amigos sí, pero mis tíos... —Se calló Luke.

—¿Qué? ¿Qué hay con ellos? —preguntó Leia.

—No los volveré a ver, no importa cuánto lo quiera —dijo Luke con nostalgia.

—¿Pero por qué afirmas con tanta seguridad que no los verás? —preguntó Leia confundida.

—¡Porque están muertos! —exclamó Luke sin poder contener el dolor.

Leia se quedó de piedra, había llegado a creer que el dolor de su hermano era el mismo que ella había llegado a sentir cuando dejó ir a los Organa para siempre, sólo ahora se daba cuenta de que no podría compararse ni por asomo al de su hermano.

—Luke —susurró Leia—, no tenía idea, ¿por qué no me lo dijiste?

—¿Para qué? No habría cambiado nada —dijo Luke con amargura.

—No, pero al menos no hubieras tenido que sufrir en silencio, solo, sin tener con quien contar —dijo Leia.

—¿Y de verdad puedo contar contigo? Porque no tendré  esta conversación con mi padre —advirtió Luke.

—Entonces no seas necio y sigue mi consejo —dijo Leia.

—¿Cuál? ¿Hablar con la consejera? —preguntó Luke con escepticismo.

—Sí, vamos Luke, ella es muy dulce y comprensiva, si no quieres ir solo yo puedo acompañarte —ofreció Leia insistentemente.

Luke suspiró con cansancio ¿de dónde habría sacado su hermana tanta tozudez? Sólo la Fuerza lo sabía, de igual forma se sentía agradecido de que ella quisiese tanto ayudarlo y, la había aprendido a conocer lo suficiente como para saber que, hasta que no aceptara ir a ver a esa mujer, su hermana seguiría con el tema hasta emular a un mensaje de holograma dañado.

—¡Está bien terquedad ambulante, acepto! —dijo Luke para terminar con el tema.

—Gracias —finalizó Leia antes de salir rápidamente de la habitación de su hermano.

Luke resopló, esa niña era imposible, Leia por otro lado, esperó hasta estar fuera de la vista de su hermano para poner ésta cara...


Y luego de suspirar como quien bebe una limonada en un día de caluroso verano, se dijo a sí misma

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Y luego de suspirar como quien bebe una limonada en un día de caluroso verano, se dijo a sí misma...

—No hay nada más satisfactorio, que obtener siempre lo que quiero.



Mi luz, tu fuerza, nuestro equilibrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora