Capítulo 3

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—¿Dan? — la mujer hablaba entre susurros, le escuchaba removiendo lo que seguramente eran las cortinas de su ventana y notaba cierto tono de temor en ella.

—Señora Yang ¿Pasó algo con mi abuela?

—Ella está dormida. En realidad, te llamo porque hay tres hombres en tu puerta vienen armados con bates de béisbol y no han dejado de gritar tu nombre. ¡Ay no! Ya están abriendo la puerta.

Más tarde, entre su abuela y la señora Yang le limpiaban las heridas del rostro, ellas le insistían con eso de ir al hospital para que le revisaran en búsqueda de posibles lesiones internas, pero él no hacía más que reírse y les mentía diciendo que acababa de obtener el empleo como fisioterapeuta en un gimnasio importante. La noticia pareció alegrar a la abuela quien se puso a comer y parecía aliviada de las náuseas.

El supuesto buen humor que aparentaba frente a las dos mujeres, se hizo añicos cuando entró en su casa y vio los destrozos que lo echaron todo abajo, los muebles que les habían prestado los vecinos estaban rotos y esos tipos habían cargado con el pequeño refrigerador luego de darle una golpiza más. Hizo de todo por desafiarlos y mostrar resistencia, puso en práctica lo aprendido en su combate con Hwang Yoon Gu y su entrenamiento con Jeong Yosep, pero sus puños parecían ser los de un niño de cinco años.

Se dejó caer en el piso y ahí revisó su cuenta en el banco, ese último tratamiento de quimioterapia para su abuela le había dejado sin dinero y ni siquiera había sido capaz de hacerles frente a los hombres que sólo aparecieron para destrozar lo que tenían a su paso.

Miró el mueble de su abuela, pensó que lo mejor sería ofertarlo a los coleccionistas en internet y después de meditarlo se arrepentía. Ya bastante dinero su abuela gastó en él y en su absurdo sueño por estudiar una carrera universitaria que no le significaba ninguna especie de superioridad o éxito.

Toda la noche, se esforzó por mejorar las cosas en casa y deseó que su abuela se hubiera quedado en el hospital para no ver el fracaso de persona que tenía como nieto.



—¿Qué te hicieron?

—¿Estás bien Dan?

—¿Seguro que puedes caminar?

—Deberías sentarte, dame eso. Limpiaré por ti.

Estaba tan conmovido, era la primera vez en mucho tiempo que percibía la amabilidad de otras personas, o es que quizá era tan solitario que ya ni conocía a nadie nuevo desde que se graduó de la universidad y de eso ya eran cuatro años.

—Debería descansar un rato Dan, si usted gusta puede revisarlo el médico del equipo.

—No es necesario entrenador Park, fue sólo una caída de las escaleras. Tengo huesos fuertes y cabeza dura— se ganó varias miradas de incredulidad, Yosep llamó a los chicos a enfocarse en sus actividades del día y él fue arrastrado por Park Namwook hasta la sala de descanso en la que le ofreció café y galletas. El entrenador parecía tener un escondite para esos alimentos y entre bromas le explicó que Jaekyung tenía prohibida el azúcar en su negocio.

—Coma un poco, le caerá bien.

—Gracias— el café caliente le supo increíble. Suspiró, se sintió aliviado con el olor que su vaso desprendía y miró los golpes en sus brazos, por la mañana no lucían tan terribles, pero recién era consciente de la verdadera paliza que obtuvo por querer hacerse el fuerte.

—Sus lesiones son dignas de una denuncia ¿Hay algo en que pueda ayudarle Dan?

—Hay algo, prometa que en cuanto nos terminemos el café, me dejará ir a trabajar.

¿Y si fuera cierto? (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora