Capítulo 4

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Sus fantasías empezaban a preocuparle, quizá siempre fue un enfermo pervertido y los puritanos de apariencia virginal eran sus verdaderos gustos. Había vivido atrapado en una nube de mentiras en las que se engañaba a sí mismo diciendo que los hombres atrevidos con la palabra prostituto tatuada en la frente era lo que le apetecía cuando tenía ganas de coger, pero... No podía seguir negando lo que le pasaba. No hacía más que fantasear con Kim Dan; lo miraba a la distancia y se distraía cuando le veía hablando con los demás, estaba cansado de sentirle cerca y a la vez tan lejos pues todos en el gimnasio parecían tener la capacidad para mostrar simpatía por un fracasado que se había ido metiendo hasta convertirse en uno más del equipo.

Alcanzó un punto de quiebre mientras lo veía entrenar, veía las manos de Yosep tocando partes en el cuerpo de Kim Dan que no debería tocar. Fue así como terminó por decidirse a tomar esa responsabilidad como propia y ante la permanente idea de que otros le llevaban la delantera hasta le propuso salir a correr juntos.

Eran las 5:26 am y se debatía entre bajarse del auto y no hacerlo para arrancar a toda velocidad y volver a su casa ¿Estaría despierto? ¿Se tomaría con seriedad su propuesta? Se cuestionaba mentalmente y justo en ese instante, unos golpes en la ventana disiparon sus dudas.

Abrió la puerta para Kim Dan y le vio sentarse a su lado, listo para hacer lo que le pidiera. Le miró con esa ropa vieja y esos mismos tenis espantosos que tenía puestos todos los días, esa no era la mejor indumentaria para ejercitarse, pensó, pero no dijo nada. Su mente hiperactiva como siempre, le ofreció una imagen fantasiosa en la que Kim Dan le tomaba la mano y le pedía seductoramente que lo llevara a la parte trasera del auto y jugara con él. Por eso carraspeó la garganta, por eso encendió el auto y condujo a toda velocidad hasta llegar a un deportivo que frecuentaba. La pista de tartán era la mejor opción para no sufrir lesiones en los pies.

Hicieron la rutina de calentamiento que él mismo había creado y no perdía oportunidad para burlarse de su apariencia, Kim Dan guardaba silencio y eso era lo mejor que podía hacer porque él siempre tendría la razón.

—La pista es de 400 metros, daremos 10 vueltas. Puedes correr cinco vueltas a velocidad mínima y alternar caminando, las demás deberás acelerar el paso ¿Está claro?

—No puedo correr cuatro kilómetros, soy principiante. Un novato indefenso que nunca ha sucumbido a la velocidad y el cardio.

—No hables en modo teatral, da algo de miedo. ¿Qué dijimos de los pretextos? Date prisa— y así, emprendió su carrera. Él ya estaba acostumbrado y el clima fresco de esas horas siempre le caía de maravilla para poner la mente en calma. En su primera vuelta pudo rebasar a Kim Dan sin problema y con el paso de los minutos le vio perder el ritmo, cada vez que pasaba a su lado le gritaba que continuara, que se diera prisa y que lucía como un fracasado que podría ser derrotado en una carrera con niños de preescolar. Como era de esperarse, él terminó mucho antes y dado que le sobraba energía siguió corriendo hasta completar seis kilómetros, su marca personal favorita.

Se relajó a la orilla de la pista y vio con satisfacción el paso final de Kim Dan quien llegó con los tenis más desgastados, el rostro enrojecido y la camiseta cubierta en sudor. Cayó de rodillas luchando por recuperar el aliento y se acercó a él para lanzarle una botella de agua en la cabeza, Kim Dan tenía unos reflejos tan lentos que fue golpeado en la cara y se quejó ante él.

—Su amabilidad es una combinación de agresiones y hostilidad.

—Me lo han dicho antes.

—Estoy muy cansado, no sé si pueda volver a caminar.

—Deja de hacer drama. Más días como este y en menos de dos meses, serás un corredor de fondo con mucha resistencia y capacidad para respirar.

—Si usted lo dice.

¿Y si fuera cierto? (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora