Epílogo

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Un año después

Siempre era difícil dejar atrás la casa de su abuela, ella estaba convencida de que se las podía arreglar sola y había rechazado en total 25 peticiones para ir a vivir con ellos.

Dan suspiró y recordó todo lo que su abuela hizo por él durante toda su vida, le asustaba la idea de que algo le pasara y cada vez que intentaba hacerle entender eso, su abuela lo tomaba por el rostro y le decía que estaba bien que sabía cuidarse y que de cualquier modo debía hacerse a la idea de que algún día no estaría en este mundo y que eso no dependía de dónde o con quién vivía.

Al ver que tenía en sus brazos una caja llena de galletas de avena, decidió desviar en el camino a casa y caminó rumbo al gimnasio donde tenía más de seis meses sin ir.

Su trabajo en el hospital le absorbía a tiempo completo, pero esa semana estaba de vacaciones e imaginaba el día como un día perfecto para aparecer por ahí.

Sonrió al ver a los chicos a través de las puertas de cristal, entró a punto de gritar algo así como "¡¿Quién quiere galletas?! Pero un grito se le adelantó.

—¡Si no sabes hacer tu puto trabajo deberías decirlo! ¡Sal y no aparezcas por aquí hasta que hayas aprendido a hacer las cosas bien! — los chicos le miraron tensos, él suspiró y se cruzó en el pasillo con un fisioterapeuta que debía tener unos años menos que él.

El chico estaba a punto de llorar y le dio una palmada en el hombro.

—¿Galletas?

—Gracias— el fisioterapeuta aceptó y Dan le dijo muy bajito que debía tener paciencia y no rendirse, que lo entendía mejor que nadie.

El fisioterapeuta se rio con él creyendo que seguramente era una broma.

—Dan— Jaekyung se abalanzó hacia él en cuánto lo vio entrar y Dan dejó de lado la caja de galletas para poder abrazarlo.

—¿Qué fue eso?

—¿Qué fue qué?

—Eso. Gritarle al fisioterapeuta, lo hemos hablado y...

—Lo sé. Ya lo sé, lo intento. Pero tengo un combate en dos semanas y estoy hecho mierda. Te prometo que iré con la terapeuta en estos días— Dan sonrió y acarició su espalda como si estuviera acariciando a un gatito.

Jaekyung se aferraba de él, le besuqueaba el cuello y sentía su respiración cálida que le erizaba la piel.

—Es el cumpleaños de tu hermana, me envió un mensaje. Cumple 19 y quiere beber.

—Quizá podamos ir.



Y lo hicieron.

Acabaron compartiendo la mesa con ella y con su novio.

Sí que fue inesperado. Al parecer acababa de dar con el talón de aquiles de Jaekyung; su hermana.

Cada vez que ese muchacho le apartaba el pelo y se lo ponía detrás de la oreja y se acercaba para besarle la mejilla, Jaekyung tensaba la mandíbula y apretaba los puños, él debía tomar su mano bajo la mesa y decirle con la mirada que recuperara el control.

Respira... le decía bajito y Jaekyung cedía.

—¿Y hace cuánto que salen?

—Cinco meses— respondió Hyejin y Jaekyung se tomó un vaso de soju de un solo trago.

—¿Y nos dices hasta hora?

—Buscaba un momento especial, qué mejor que mi cumpleaños.

—Hyejin no creo que...— Dan le apretó la pierna por debajo de la mesa y miró al novio de Hyejin.

—Debes tratarla bien, Hyejin merece todo lo mejor.

—Lo sé y todo lo mejor lo tendrá conmigo.

Parecía iba en serio.

Dan sonrió y se temió lo peor cuando notó que Jaekyung no paraba de beber, él fue quien tuvo que conducir y al llegar a casa debió encargarse de su novio que no hacía más que ir por el camino equivocado.

No supo cómo, pero lo consiguió, de alguna forma consiguió tumbarlo en la cama y sacarle los zapatos.

—¿Vas a desnudarme? — dijo Jaekyung con coquetería.

—No creo que sea buena idea.

—Vamos a coger Dan, necesitamos hacerlo.

—¿Necesitamos quién?

—Tú y yo. Los dos— Jaekyung le hizo caer y lo acomodó sobre él. Estaba extremadamente cursi y no dejaba de decirle que lo amaba, lo desnudó con lentitud y se perdió dentro de él con estocadas lentas que le hicieron rodearlo con las piernas e instarlo a ir más profundo, más rápido.

Jaekyung gruñó contra su oreja y el repartió besos por todo su rostro sin dejar de acariciar su cabello.

—Estoy mareado.

—Deberíamos parar Jaekyung.

—No quiero— y volvió a sorprenderlo con una embestida profunda que le hizo gemir.

Jaekyung murmuraba; te amo, me gustas, eres perfecto, me encanta cuando lo hacemos, podría correrme con sólo besarte y en serio te amo tanto.

Dan se reía pues sabía que eso no saldría de su boca a menos que estuviera en ese estado.

Por la mañana fue el primero en dejar la cama y volvió a la habitación con analgésicos y un desayuno caliente para Jaekyung.

—Siento como si un camión me hubiera pasado por la cabeza— se quejó engulló la pastilla.

—Necesitabas el alcohol para no estrangular al novio de tu hermana.

—¿Qué rayos hice anoche contigo? — preguntó Jaekyung pasando la yema de sus dedos por el reguero de chupetones que le había dejado en el cuello.

—Hiciste de todo; te pusiste cursi y te moviste dentro de mí hasta que te venció el cansancio.

—¿Dije cursiladas?

—Un amplio repertorio.

—Mierda Dan, perdón por eso.

—Es triste que no lo recuerdes, hablas mucho cuando estas ebrio. Para ser más específico; hablas mucho mientras lo hacemos.

—Mira quien lo dice, el que nunca recordaba nada de lo que hacía cuando estaba ebrio, solías provocarme y dejarme con las ganas.

—¿Qué dice que no lo recordaba?

—¿Qué?

—Debo ir por Kim Dan, salió corriendo de la habitación en cuanto abrí la puerta.

—Vuelve aquí, repite lo que dijiste.

—¡Que recordaba! ¿Lo oye? Recordaba casi todo después de dejarlo con las ganas— y Dan se echó a correr escaleras abajo. Encontró a Kim Da y lo tomó entre sus manos—. No puedo creer que al fin se lo haya dicho— el pequeño roedor movió sus bigotes y Dan se puso a reír.

¿Y si fuera cierto? (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora