Capítulo 4

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Ochako

Lo voy a matar, es que ¡Lo voy a matar! ¿¡Qué se cree ese maldito hijo de perra!? ¡Me dejó inconsciente una tarde completa! Mi orgullo estaba en el suelo prácticamente, me noqueó frente a mis chicas y a mucho público, que como nunca se había juntado harto. Todavía no podía procesarlo del todo ¡Había sido mi culpa! Totalmente mi culpa, nunca me había desconcentrado en un entrenamiento, Bakugou había mordido el polvo siempre ¿Pero ahora? ¡Miré un segundo hacia las gradas y me noquea! No volveré a pasar por lo mismo, para una próxima vez sabrá con quién se metió.

¡Mierda! La cabeza me dolía un montón todavía, había estado todo el día encerrada en mi habitación y salía solamente por un poco de agua o al baño, y en cada salida este idiota intentaba hablarme o disculparse ¡Todavía no se lo perdonaría! Era terca y él lo sabía, no me ablandaría tan fácil, pero hace rato que sentía algo raro, ¿Por qué estaba tan callado ahora? Por un momento había escuchado la voz de Camie pero ahora solo hay silencio ¿El muy desgraciado se fue a pasar el rato y me dejó sola? ¡No se lo perdonaré!

Algo tambaleante me encaminé hacia la puerta y la abrí con dificultad, me costaba moverme ya que cualquier cosa hacía que mi cabeza casi explotara, una ligera venda me cubría y me aliviaba un poco con su presión, pero no era suficiente. Caminé hasta el comedor y me congelé ahí mismo ¿Estaba alucinando? Supongo, porque no es posible que esté viendo en el sillón a la tipa con la que me metí y ¡La que hizo que me desconcentrara!

-¡Tú...! -La apunté con el dedo algo molesta pero al instante me vino un dolor de cabeza- mierda, ya basta es muy molesto.

Sentí pasos hacia mí, lo menos que quería era demostrar lástima, pero al ver su rostro tan preocupado casi a punto de llorar, hizo que relajara mi expresión, al levantar una de sus manos pude notar el tatuaje que llevaba, efectivamente era ella.

-¿Te...duele? -su voz estaba en un hilo, casi imperceptible, se estaba aguantando las ganas de llorar.

-No es nada -mentí, claro que mentí- solo un golpe que me dejó fuera por un momento.

-Estoy tan arrepentida -de la nada ella había hecho una reverencia ¿Qué onda lo formal?- no fue mi intención desconcentrarte en tu práctica, de verdad lo siento muchísimo.

-Estoy bien, de veras -la tomé de sus hombros para que dejara de hacer tal acto, pero sus ojitos dorados estaban a punto de derramar un par de lágrimas- no, preciosa, no llores.

Por un acto reflejo la abracé, ella con cuidado se aferró a mi y dejó salir un par de lágrimas, luego de calmarnos un poco nos fuimos al sofá, se encontraba un poco más tranquila, pero seguía notando un ligero toque de incomodidad.

-¿Qué haces aquí? -quise saber- ¿El puto destino me está haciendo repetir otra vez?

Ella soltó una pequeña risa, yo también, la verdad no quería hacer que se sintiera fuera de lugar aquí.

-Es que, creo que se te quedó el Wifi encendido -dijo- porque siento una conexión más fuerte contigo

Eso me sonrojó y a ella también, por lo que apartó la mirada ¿Cómo es posible? ¡No ocupes mis armas contra mí! Ella llegó no sé cómo y sigue estando tan linda como aquella noche en el bar, solo que ahora podía ver su rostro con más claridad, podía decir con toda seguridad que era preciosa, demasiado preciosa.

-Pensé que te vería en el Dojo otra vez -dijo- me sentí culpable por lo de ayer y quería saber de ti.

-Tengo licencia por unos días -respondí- ¿Cómo es que llegaste aquí?

-Vine con Camie, ella es mi amiga.

Eso me asombró ¡Qué pequeño es todo! Me empezó a contar que eran amigas desde mucho antes y se habían distanciado, pero que ahora estaba de viaje y pasó a visitarla, era simplemente para no creerlo, el destino ya era segunda vez que la colocaba en mi camino, para una tercera si o si tengo que invitarla a salir, aunque sea a caminar por ahí, de verdad me divierto mucho a su lado.

¡Oye, chica!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora