Capítulo 3

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Cuando Harry llega a la sala de espera, sus sospechas se confirman, más o menos.

Él había esperado encontrarse con una mujer de aspecto elegante, de clase alta notable. No es que a Harry le gustara asumir cosas así de superficiales, pero había empezado a sospechar que la familia de Andy era acaudalada desde que el padre había ofrecido pagar el dinero que fuera necesario con tal de que aceptaran al cachorro ahí.

Eso se había reforzado cuando vio las cosas de Andy, ¿una mochila de la marca de lujo Burberry? Era la primera vez que veía un artículo de ese tipo siendo usado por uno cachorro. ¿Dónde quedaron las cosas llenas de color y dibujos animados?

Además de la mochila, los tenis del menor eran también de la misma marca.

Puede que no sean millonarios, pero deben tener una muy buena estabilidad económica como para gastar miles de euros en eso.

Ahí, esperando en el área destinada a los padres, está sentada una mujer rubia y atractiva. Es la única ahí. Tiene su atención fija en su teléfono, tecleando rápidamente.

A medida que Harry avanza hacia ella, su aroma le impacta, es una omega. Huele a algo parecido a durazno, aunque podría estar equivocado.

Ella levanta la cabeza y los ve. Su rostro confundido pronto se ablanda y le sonríe.

—Hola, buenas tardes. —Lo saluda y se pone de pie—. Tú debes ser Harry. —Extiende la mano.

—Así es. Harry Styles, dueño, director e instructor de esta guardería. —La acepta el saludo con gusto. Aún sosteniendo a Andy con su otro brazo.

—Mucho gusto, Harry. Charlotte Tomlinson.

Ella debe ser la omega de Tomlinson.

—Hola Lottie —Andy suelta con voz adormilada, reprimiendo un bostezo. Eso parece extrañarle a la mujer, por supuesto, dados los patrones de comportamiento del menor.

—¡Hey! Hola, bebé. —Lottie extiende los brazos y Harry le pasa a Andy, dándole la mochila también—. ¿Cómo estuvo tu día?

—Bonito. —Responde y fija su vista en el omega—. Harry lo hizo bonito.

Él ladea la cabeza y reprime un puchero, sus palabras solo le provocaron muchas ganas de cargarlo de nuevo en brazos y llenarle las mejillas de besos.

—¿De verdad? —los ojos de ella lo recorren brevemente, Harry se encoge. —Me alegro mucho, cariño. —Soba su espalda y el cachorro vuelve a bostezar—. El señor Horan me comentó que querías hablar conmigo, Harry, y me encantaría, pero llevo algo de prisa. Seguramente es algo relacionado a lo de siempre ¿no? Es decir, a lo que el señor Horan me comentaba casi a diario.

—Lo es, pero le prometo que no le va a llevar mucho tiempo.

Ella asiente, pero se muestra incómoda, lo confiesa con su lenguaje corporal.

—Bueno entonces, ugh, ¿me acompañas a dejar a Andy a la camioneta? Ya sabes, ehm...

Ah, sí. Ella no quiere que Andy escuche su conversación. Debe estar acostumbrada a escuchar solo quejas sobre él y eso es algo que un pequeño nunca debe presenciar. No a menos que eso vaya acompañado de una charla constructiva y de alguna lección en específico.

—Claro. Vamos.

Harry abre la puerta para ella y camina detrás, sonriéndole a Andy, quien no le quita la vista de encima. Parece estar en una especie de trance.

Lottie abre la puerta trasera de una camioneta blanca Range Rover. Claro, tenía que ser una camioneta de lujo. Eso no le da buena espina. En su experiencia como pedagogo, el noventa por ciento de los padres acaudalados dejan en último lugar a sus hijos, descuidándolos por cuestiones superficiales y de otros intereses, creyendo que, con su dinero pueden compensar esa parte emocional y presencial que están ignorando.

Kiwi // L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora