Capitulo 1

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La luz que entra por la ventana da de lleno en la pequeña maceta con girasoles, iluminando aún más el intenso color amarillo de las flores, haciendo honor al nombre de las mismas, es como si tuviera pequeños soles al alcance de sus manos, soles que puede ver y tocar.

Es una de las cosas favoritas de Harry.

Sonríe y acaricia los pétalos, susurrando un pequeño "preciosas", esa es otra cosa que suele hacer sin pensar, lleva años hablando con sus plantas como si estas pudiesen escucharlo, le hace sentir bien, además de que sabe a ciencia cierta que el charlar y dedicarle tiempo a las plantas sirve de terapia.

Harry lleva un tiempo tratando de regresar a sus cosas y pasatiempos favoritos.

Lleva un tiempo tratando de volver a sentirse bien consigo mismo.

Deja la ventana abierta y apaga el calentador de su estufa, su chocolate está listo. La olla en donde lo prepara es demasiado pequeña, solo para llenar un par de tazas, pero ¿cómo para qué preparar más si es sólo para él? Niall se ha cansado de decirle que debería hacerse suficiente para la toda semana, pero otra de las cosas que Harry disfruta es el olor del chocolate recién hecho; es algo que no obtiene con solo recalentarlo.

Llena su taza de cerámica y hace lo mismo con una taza-termo para llevarse a la guardería, saca un par de varitas de canela y las parte en dos para esparcirlas por la espumosa superficie, el intenso picor de la especia hace que arrugue un poco la nariz, pero extrañamente siempre le ha resultado agradable. Le fascina la canela. Y el chocolate, claro.

Para terminar su bebida, agarra un puñado de pequeños bombones de colores y los deja caer con maestría sobre su chocolate, el olor a bombones siempre ha sido familiar para él, y para todo a aquel que lo conoce, en realidad. Su olor de omega es ese, bombones, agradable para algunos y en extremo dulce para otros. Pero a él le encanta, ese aroma ha jugado demasiado a su favor, todos los cachorros de su guardería lo aman, se calman cuando libera sus feromonas y les ayuda a conciliar el sueño.

Harry acerca su taza preparada y se llena de la mezcla de olores que generó, no sabe por qué, pero, el chocolate, la canela y los bombones siempre le han resultado maravillosos, no solo para su paladar sino para su olfato, le hace sentir en paz, feliz. Y cuando toma el primer sorbo es que vuelve a comprobar por qué ama preparárselo todos los días.

No ha sido fácil para Harry el volver a su rutina, a las cosas que lo reconfortan y le dan tranquilidad, después de lo que pasó y de todo el dolor por el que atravesó, Harry sabe que jamás podrá ser enteramente feliz, y tampoco podrá sentirse completo, siempre le faltará eso. Sin embargo, todos los días trata de compensarlo, trata de sanar, de curar ese pequeño pedacito de su alma que está roto.

Ya no está en sus manos cambiar ese detalle de sí mismo, y tampoco puede cambiar lo que pasó, pero sí que puede honrar su pérdida haciendo lo que más ama hacer, cuidar de pequeños cachorros.

Llenarse de sus olores, de sus risas, de sus miradas llenas de ternura y admiración. Le ayudan a sobrellevar sus días, a hacerlos más amenos. Esa es su más grande terapia.

Eso y lo que no comparte con nadie, ni siquiera con sus padres, su hermana o Niall.

Eso es solo para él y sólo él sabe que lo está ayudando a sanar, a tener un recuerdo que le permita romperse cuando lo necesita. Harry sabe, su omega interno se lo grita todo el tiempo, aún le quedan muchas lágrimas que derramar para terminar de curtir ese dolor en su corazón y en su alma.

Toma un respiro y termina de beber el resto de su chocolate. Lava los utensilios sucios y mientras prepara su lunch, el omega trata de poner en orden todas las cosas que debe hacer en su día. Más en específico, en su guardería.

Kiwi // L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora