El sonido del timbre a primera hora de la mañana es lo que lo levanta de la cama.
Bueno, no es tan la primera hora de la mañana, pero es domingo, y las nueve de la mañana en un domingo es primera hora para Harry. Tampoco es que a esa hora aún esté dormido, Harry suele despertarse alrededor de las ocho, pero siempre se queda tirado en cama por un buen rato, viendo la televisión, leyendo o revisando cosas en su celular.
Y así estaba, recostado, abrazando su lobito de peluche y escribiendo sus pendientes para la semana entrante en la agenda que guarda en el buró al lado de su cama cuando las tonadas del timbre de su casa habían llegado hasta su habitación.
No tenía idea de quien pudiese ser, a esa hora y en ese día, ni siquiera Niall solía visitarlo.
Harry se coloca una bata encima de su pijama, compuesta de unos shorts y camiseta de tirantes, hay un temor resguardado en su interior, existe un miedo irrefutable a que la persona detrás del timbre sea el protagonista de la mayoría de sus pesadillas: Robert.
No le extrañaría que se atreviese a violar la orden de restricción, si ya intentó acercarse a él mediante llamadas telefónicas, ¿qué le impediría llegar de improvisto a su casa? Ese alfa es un desquiciado, y Harry sabe de lo que es capaz.
Lleva sus cicatrices aún en él.
Mete el celular en su bolsillo y sale de su habitación en dirección a la puerta, si ve a Robert a través de la mirilla entonces ni se molestará en abrir pues lo único que hará será marcarle a la policía y lanzarle una advertencia al hombre.
Sin embargo, todo lo que Harry logra ver es al mismo chico del overol y la gorra azul, ese que le había llevado el ramo de girasoles de parte de Louis y quien, ahora sabía, trabajaba para Lottie y su negocio Petals & Pals.
Harry quita el seguro rápidamente y abre la puerta. Hay una emoción creciente dentro de él, porque se da una idea de lo que está ocurriendo.
—Hola, buenos días. —Le saluda el chico, tan sonriente como la vez pasada—. Traigo algo para usted, joven Styles. ¿Puede ir firmando de recibido mientras voy por su regalo? —le pasa el bloc de documentos y va hasta la van estacionada frente a su casa.
El omega firma, tratando de ocultar la sonrisa enorme que lucha por dibujarse en su cara.
El chico de nombre desconocido regresa, sosteniendo un ramo igual de grande que el que le entregó en la guardería, sólo que ahora no solo hay girasoles, sino que hay más flores. De varios tipos.
—Aquí tiene —le entrega el arreglo y le quita el bloc—. Espero que le gusten y que tenga un lindo día, joven Styles.
—Dime Harry nada más, por cierto, ¿cuál es tu nombre?
—Me llamo Alan. —Hace un saludo con su gorra—. Nos vemos, Harry. ¡Disfruta tus flores!
—Gracias, Alan. —Se despide y cierra la puerta.
Su reacción inmediata es casi enterrar su rostro entre las flores para llenarse de su aroma. Huele tan bien, una mezcla de dulzor y frescura.
El jarrón es de color rosa y, al igual que la vez pasada, trae un moño del mismo color decorándolo. Hay demasiadas flores, más que las del primer arreglo. Dichoso, se lleva el jarrón hasta su habitación, lo deja sobre su buró y se apresura a buscar la tarjeta para leerla.
Está igualmente impregnada en canela.
"Harry, no sabes lo felices que nos hiciste a mi cachorro y a mí ayer, hiciste que cada momento fuera tan hermoso como tú.
ESTÁS LEYENDO
Kiwi // L.S
RomanceHarry es un lindo omega y dueño de una guardería, él vive intentando compensar el dolor de su corazón entregando su vida al cuidado de pequeños cachorros. ¿Un omega defectuoso? No puede más que soñar con la idea de una vida feliz. Pero Louis es un...