Harry está sentado frente a Niall en la pequeña mesa de la cocina, bajo el cálido resplandor de la lámpara que proyecta suaves sombras en sus rostros. El aroma reconfortante de muffins de calabaza se mezcla con el rico olor del chocolate caliente, ambos preparados cuidadosamente por Harry tan pronto llegaron a la casa de Niall. A pesar del ambiente acogedor, la tensión entre ellos es palpable.
Niall ha estado escuchando con atención mientras Harry le relata todo: desde la llegada de Troye y su delicado estado hasta las conmovedoras palabras de Andy. La expresión de su mejor amigo cambia con cada revelación: sorpresa ante la enfermedad de Troye, una suave sonrisa por la declaración de amor de Andy y, finalmente, una mirada severa cuando Harry describe el paquete enviado por Robert.
Cuando Harry termina de hablar sobre los eventos recientes, lleva la taza a sus labios con manos temblorosas. Se siente expuesto, como si cada emoción y miedo que había tratado de contener se hubiera derramado frente a Niall.
Niall rompe el silencio primero. —No puedo creer la maldita audacia de ese bastardo —murmura, su voz cargada de ira—. Después de todo lo que te hizo pasar, ¿cree que puede simplemente... qué? ¿Destruir tu vida? ¿Intimidarte?
Harry traga con fuerza, con la mirada fija en la mesa. —No sé lo que quiere, Ni. Pero me asusta. ¿Y si no ha terminado? ¿Y si intenta regresar? O peor... ¿y si trata de lastimarme otra vez? —Su voz se quiebra, y deja la taza sobre la mesita antes de que se le caiga.
Niall extiende su brazo y cubre la mano de Harry. —No, cielo. Ni siquiera lo digas. Sé que ese bastardo es capaz de todo y, precisamente por eso, deberías contarle a Louis sobre Robert.
Harry siente la mirada de Niall sobre él, pesada y escrutadora, y aunque quiere hundirse más en sí mismo, no puede escapar de lo inevitable.
—Es solo que... —Harry comienza, su voz apenas un susurro—. No quiero pensar en eso, Ni. No otra vez. Pero ahora, con ese paquete, es como si estuviera aquí de nuevo, aunque sé que no lo está.
La otra mano de Niall se aprieta alrededor de su taza, sus nudillos poniéndose blancos mientras la ira burbujea bajo su calma exterior. —Harry, te lo juro —dice, su voz baja y afilada—. He intentado olvidarlo, pero aún recuerdo cada cosa que te hizo pasar. Cada. Maldita. Cosa.
Harry lo mira, con el labio tembloroso mientras trata de contener las lágrimas. —No tienes que...
—Sí, sí tengo —Niall lo interrumpe, con los ojos encendidos—. Porque es importante que lo recuerdes. Que recuerdes lo pedazo de mierda que era ese idiota. —Toma una respiración profunda, tratando de calmar el temblor en su voz, pero los recuerdos son demasiado vívidos—. Todavía recuerdo todas esas noches horribles en el hospital. Estabas allí, pálido como un fantasma, conectado a Dios sabe cuántas máquinas por su culpa. Y él... —La voz de Niall se quiebra, su ira apenas contenida—. Tuvo el descaro de aparecerse, pidiendo compasión como si no fuera él la razón por la que estabas ahí.
La garganta de Harry se cierra, sus ojos llenándose de lágrimas mientras las palabras de Niall lo arrastran de vuelta a ese oscuro momento.
—Quería matarlo —continúa Niall, su tono decidido—. Lo hubiera hecho, si la policía no lo hubiera sacado. Aún recuerdo lo que dijo cuando lo esposaron, culpándote de todo. Llamándote incompleto. Diciendo que no eras un verdadero omega porque... —Niall se detiene de golpe, su mandíbula apretada—. Nunca lo perdonaré por eso, Harry. Nunca.
El aliento de Harry se acelera, y deja la taza con manos temblorosas. —No fue solo esa noche —susurra, su voz temblando—. Fueron todas las veces antes también. La forma en que me empujaba cuando estaba borracho, o me decía que no era suficiente. Empecé a creerle, Ni. Pensé que tal vez tenía razón.
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Kiwi // L.S
RomanceHarry es un lindo omega y dueño de una guardería, él vive intentando compensar el dolor de su corazón entregando su vida al cuidado de pequeños cachorros. ¿Un omega defectuoso? No puede más que soñar con la idea de una vida feliz. Pero Louis es un...