Mía Martínez
El sol se filtraba a través de las cortinas, pintando mi habitación con tonos dorados mientras me preparaba para asistir al próximo partido del Barça. La emoción palpable en el aire se entrelazaba con la adrenalina que solo un día de fútbol en el Camp Nou podía generar. Mi relación con Ferran Torres había evolucionado desde aquella noche mágica en la fiesta, y ahora me encontraba envuelta en la tela de emociones que tejía nuestro vínculo.
Mientras seleccionaba la ropa para el día, noté un paquete en la entrada de mi puerta. La curiosidad se apoderó de mí, y al abrirlo, descubrí una camiseta del Barça con una nota adjunta:
"Para que lleves contigo un pedacito de mí en el partido. ¡Espero que te guste!
Con cariño, Ferran"
Una sonrisa se dibujó en mi rostro, y sostuve la camiseta con emoción. Ferran había encontrado una manera única de vincularnos incluso cuando la distancia física se interponía entre nosotros.
Me cambié rápidamente, dejando que la camiseta abrazara mi piel.
Con la camiseta como un lazo invisible entre Ferran y yo, me dirigí al estadio con el corazón latiendo al ritmo de la expectación.
El estruendo del estadio vibraba a mi alrededor mientras ocupaba mi lugar cerca del campo, lejos de la fría zona VIP. No entendía la fascinación de algunos por la exclusividad cuando, desde aquí, podía sentir la pasión del juego en su máxima expresión. Aun así, mi atención estaba completamente centrada en el hombre que había atrapado mi corazón con tan solo una mirada.
El partido avanzaba con una intensidad electrizante. Ferran Torres, con el número 7 resplandeciendo en su espalda, era el artista principal en el escenario verde del Camp Nou. Cada vez que se acercaba a la portería rival, mi corazón latía con la esperanza de un gol que resonaría más allá de las gradas.
Y entonces sucedió. Un pase perfectamente ejecutado, una carrera precisa, y la red se infló con el gol que estábamos esperando. El estadio explotó en júbilo, pero mi atención se centró en Ferran, quien corría hacia la esquina del campo, con los brazos extendidos en un gesto de triunfo.
Se reunió con sus amigos Gavi, Pedri y Eric en una celebración efusiva. Podía ver la camaradería entre ellos, el apoyo mutuo que definía al equipo. Sin embargo, mis ojos se posaron en Ferran, buscando la chispa que solo su mirada me ofrecía. En ese momento de éxtasis, con el estadio aclamando su hazaña, Ferran levantó la mirada hacia donde yo me encontraba.
Su rostro se iluminó con una sonrisa, y sus ojos encontraron los míos. Fue un instante eterno, una conexión que trascendió la distancia y el bullicio de la multitud. Me sentí parte de su victoria, compartiendo la emoción de ese gol que no solo sumaba puntos al marcador, sino que también reforzaba nuestro vínculo único.
Aunque la celebración continuaba, Ferran decidió cambiar de rumbo su mirada, está vez fue dirigida hacia la zona VIP. Con sus dedos hizo una S, y ahí supe que el gol verdaderamente iba dirigido a su novia, Sira.
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𝗗𝗼𝗯𝗹𝗲 𝗩𝗶𝗱𝗮 || Ferran Torres
RomanceCuando conoces a alguien una noche de fiesta y empiezan a salir juntos, es natural ilusionarse y pensar que esa persona podría convertirse en tu pareja. Sin embargo, a veces el destino tiene otros planes. A pesar de la esperanza y las expectativas...