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Ferran Torres

Al llegar a la casa de los padres de Mía, sentí un nudo en el estómago. Estaba nervioso por conocer a su familia y quería causar una buena impresión. Mía llamó a la puerta y, al abrirse, nos recibió su hermana Ángela con una sonrisa cálida.

- ¡Hola, Mía! ¡Ferran! ¡Qué alegría veros! - exclamó Ángela, abrazando a Mía y luego a mí.

- ¡Hola, Ángela! Yo si que me alegro de verte, peque - respondió Mía, devolviendo el abrazo.

La madre de Mía, María, se acercó a nosotros con los brazos abiertos y nos dio un abrazo afectuoso.

- ¡Bienvenidos, chicos! ¡Qué gusto tenerte de vuelta, Mía, y conocerte, Ferran!

- Gracias, María, es un placer estar aquí - respondí con una sonrisa, sintiendo un poco de alivio por la cálida bienvenida de su madre.

Mientras tanto, el hermano de Mía, Miguel, y su padre, Alejandro, se mantuvieron más reservados. Me saludaron con un apretón de manos y una sonrisa leve, pero no dijeron mucho más.

- ¡Hola, Miguel! ¡Hola, papá! - saludó Mía con entusiasmo, tratando de romper la tensión.

- Hola, pequeña - respondió Miguel, mientras su padre le daba un gran abrazo a Mía.

-;Es un placer conocerte, Ferran - dijo Alejandro, con un tono serio pero cortés.

- El placer es mío, Alejandro - respondí con educación, tratando de no mostrar mi nerviosismo.

Mía se dio cuenta de la tensión y trató de aligerar el ambiente.

- Bueno, ¿qué os parece si entramos? Tenemos mucho que ponernos al día.

Con eso, nos dirigimos hacia el interior de la casa, dejando atrás los nervios iniciales y dispuestos a disfrutar de la velada en familia.

Nos sentamos juntos en el sofá, y la madre de Mía, María, no pudo contener su emoción al ver a su nieta Abril. Le dio el biberón con ternura mientras no paraba de elogiar lo preciosa que era.

- ¡Oh, Abril, mi niña! ¡Eres tan adorable! - exclamó María, acariciando suavemente la cabeza de la bebé.

Mía y yo nos miramos y sonreímos, compartiendo un momento de orgullo como padres. Luego, la conversación giró hacia cómo nos conocimos.

- Contadnos, chicos, ¿cómo os conocisteis? - preguntó María, con interés.

Mía rió suavemente y comenzó a relatar la historia.

- Bueno, fue en una fiesta de un amigo en común. Ferran estaba allí con algunos compañeros de equipo, y nos conocimos. Al principio, no nos caímos muy bien, ¿verdad, Ferran? - dijo, mirándome con gracia en sus ojos.

Era mi pequeña mentirosa.

Asentí con una sonrisa.

- Sí, es cierto. Tuvimos algunos roces al principio, pero luego empezamos a hablar y descubrimos que teníamos mucho en común - dije con una sonrisa pícara.

- ¡Y aquí estamos ahora! - agregué, mirando a Mía

La conversación continuó de manera amena mientras compartíamos anécdotas y risas. Poco a poco, la tensión inicial se fue disipando, y me sentí más relajado y feliz de estar allí con la familia de Mía.

 Poco a poco, la tensión inicial se fue disipando, y me sentí más relajado y feliz de estar allí con la familia de Mía

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𝗗𝗼𝗯𝗹𝗲 𝗩𝗶𝗱𝗮 || Ferran TorresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora