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Mía Martínez

Traté de mantener la calma mientras limpiaba el desastre en el salón, pensando en cómo había cambiado la noche desde que Ferran apareció en mi puerta. Entre suspiros y el sonido del agua corriendo en el baño, intenté procesar la extraña situación en la que me encontraba.

Ferran regresó del baño con una expresión de disculpa, aunque sus ojos aún mostraban rastros de diversión por la situación. Me miró con gratitud cuando le entregué una nueva taza de agua con limón.

- Lo siento, Mía. No era mi intención arruinar la noche - dijo un poco avergonzado.

Sonreí, tratando de quitarle importancia al incidente.

- Bueno, al menos no fue tan malo como podría haber sido. Pero, ¿qué te hizo pensar que beber tanto sería una buena idea?

Ferran se encogió de hombros, como si la respuesta estuviera más allá de su control.

- A veces necesito desconectar un poco, ya sabes. Y no quería ir a casa... solo quería venir a tu casa - dijo bajando la cabeza como un perrito que acaba de ser regañado.

Su confesión me dejó perpleja. ¿Había venido solo para evitar a su novia? Traté de ocultar mi sorpresa, pero mi mente daba vueltas tratando de entender sus motivos.

- Deberías de descansar un poco - sugerí, señalando hacia el sofá.

Ferran aceptó la propuesta y se acomodó, apoyando la cabeza en el respaldo con una expresión entre cansada y arrepentida.

Mientras él cerraba los ojos, aproveché para continuar limpiando discretamente el desorden en la sala, tratando de ignorar la ironía de la situación. Mi hogar se había convertido en el refugio de Ferran, pero aún había muchos interrogantes flotando en el aire sobre sus verdaderas intenciones y sentimientos.

 Mi hogar se había convertido en el refugio de Ferran, pero aún había muchos interrogantes flotando en el aire sobre sus verdaderas intenciones y sentimientos

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El silencio reinaba en el apartamento, solo roto por los leves ronquidos de Ferran en el sofá.

Estaba recogiendo los últimos rastros del pequeño desastre que había hecho Ferran y recogiendo un poco la casa, debido a que llevaba semanas fuera de ella. Cuando de repente, sentí una mano suave en mi hombro.

Me giré para encontrarme con Ferran, sus ojos mostraban una mezcla de timidez y determinación. No dijo nada, pero la conexión entre nosotros hablaba por sí sola. Con un gesto, me indicó que lo siguiera y nos dirigimos hacia mi habitación.

La luz tenue de la lámpara iluminaba el rostro de Ferran cuando cerró la puerta detrás de nosotros. En la penumbra, pude sentir su mirada intensa sobre mí. Era como si la noche hubiera transformado la dinámica entre nosotros.

- Mía, no puedo dejar de pensar en ti - murmuró Ferran, su voz cargada de emoción.

Antes de que pudiera responder, sus labios se encontraron con los míos en un beso cargado de anhelo y urgencia. La intensidad del momento nos envolvió, borrando las complicaciones y dejándonos llevar por la conexión que parecía imposible de ignorar.

𝗗𝗼𝗯𝗹𝗲 𝗩𝗶𝗱𝗮 || Ferran TorresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora