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Ferran Torres

El estadio rugía con la intensidad del partido. El Barça se enfrentaba al Betis, y la presión en el campo se traducía en cada mirada y cada movimiento. Mientras el tiempo avanzaba inexorablemente, mi deseo de ser el héroe del equipo crecía.

Nos encontrábamos a pocos minutos del pitido final, y la necesidad de marcar un gol se volvía abrumadora. Miré al mister con determinación.

- Mister, déjame entrar. Puedo hacerlo. Necesitamos ese gol.

Xavi asintió, reconociendo la urgencia en mi voz. Me quite el peto y espere unos largos segundos que pusiesen mi número en el cartel de cambios, entre por Lewandoski, que estaba frustrado por no haber podido meter un gol. Salí al campo con el corazón latiendo con fuerza, el balón a mis pies como la clave para cambiar el destino del partido.

Cada paso, cada regate, estaba impulsado por la determinación de dar lo mejor de mí. La multitud rugía, pero en mi mente, solo resonaba una voz: la ausencia de Mía en mi vida. Hacía días que no hablábamos, y su silencio pesaba más que cualquier carga en el campo.

La portería parecía más cerca, el tiempo más lento. Visualicé el momento, el instante en el que el balón cruzaría la red. Y en ese momento, sería un paso más cerca de la victoria.

Disparé con todo lo que tenía, el balón trazó un arco perfecto. La red se estremeció, y la euforia inundó mi ser. Habíamos logrado el gol que tanto necesitábamos.

La mirada del mister se cruzó con la mía, y su gesto afirmativo expresaba la importancia de ese logro para el equipo. Pero, en lo más profundo de mi ser, la victoria en el campo no podía eclipsar la sensación de pérdida por la ausencia de Mía.

 Pero, en lo más profundo de mi ser, la victoria en el campo no podía eclipsar la sensación de pérdida por la ausencia de Mía

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Después del partido, entre celebraciones y entrevistas, mi mente volvió a ella. Tomé mi teléfono y me encontré escribiendo un mensaje.

- Mía, sé que las cosas han estado difíciles entre nosotros. Necesito verte. Podemos hablar cuando tengas tiempo.

Estaba nervioso, por si respuesta y porque tenía unas ganas inmensas de verla. Quería arreglar las cosas y así poder tener mi concierto tranquila.

El vestuario estaba lleno de la euforia de la victoria, pero mi mente seguía atrapada entre el torbellino de emociones y la necesidad de resolver las cosas con Mía. Mis compañeros celebraban, chocaban los cinco y compartían risas, pero yo me encontraba en una burbuja de pensamientos que solo se disiparía cuando aclarara las cosas con ella.

Gavi se acercó, agitando una botella de agua y sonriendo.

- ¡Ferran, ese gol fue espectacular! ¡Eres el héroe del partido! - grito y tiro encima la botella del agua.

Solté una carcajada.

Agradecí la efusividad de Gavi, pero mi mente seguía ocupada en otros asuntos.

𝗗𝗼𝗯𝗹𝗲 𝗩𝗶𝗱𝗮 || Ferran TorresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora