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Mía Martínez

El traqueteo constante del tren me envolvía en una suerte de letargo mientras contemplaba el paisaje que pasaba velozmente por la ventana. A mi lado, mi hermano Miguel miraba una película.

- ¿Estás emocionada, Mía? - preguntó Miguel, con una sonrisa contagiosa en el rostro.

Asentí con una sonrisa, sintiendo la excitación crecer en mi pecho.

- ¡Claro que sí! Será un partido épico.

Dejé escapar un suspiro mientras mis pensamientos se desviaban hacia el motivo real de mi emoción. No era solo el partido, sino la posibilidad de escapar un poco de mi realidad y sumergirme en el mundo del fútbol, donde todo era pasión y emoción.

- ¿Has dejado a Abril con mamá? - preguntó Miguel, rompiendo mis pensamientos.

Asentí, sintiendo un nudo en la garganta al pensar en mi pequeña.

- Sí, solo por un par de días. Mamá se encargará de ella.

Miguel me dedicó una sonrisa comprensiva y luego volvió su atención a la película, mientras el tren continuaba su camino hacia la capital.

- ¿Qué te parece si hacemos una apuesta, Mía? - propuso Miguel, con una chispa traviesa en los ojos - Yo digo que el Madrid gana 2-1, con un gol de Vinicius y otro de Benzema.

Sonreí ante su entusiasmo y su confianza en el equipo.

- Suena bien, Miguel. Pero yo solo quiero disfrutar del partido y apoyar al Madrid y a Leandro.

Miguel frunció el ceño, sorprendido.

- ¿A Leandro Paredes? ¿Desde cuándo te interesa el PSG?

Intenté disimular mi turbación con una sonrisa forzada.

- Oh, solo porque él juega en el equipo. Pero vamos, apuesto por el Madrid también. Será un gran partido, sin importar el resultado.

Mientras esperábamos que comenzara el partido entre el Madrid y el PSG, mi hermano Miguel y yo estábamos sentados en el palco VIP, disfrutando de la compañía el uno del otro

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Mientras esperábamos que comenzara el partido entre el Madrid y el PSG, mi hermano Miguel y yo estábamos sentados en el palco VIP, disfrutando de la compañía el uno del otro.

Mi teléfono vibró con un mensaje de mamá. Abrí la foto que adjuntaba y sonreí al ver a Abril, mi pequeña traviesa, con las manos en la cabeza, una expresión que indicaba que estaba jugando y divirtiéndose.

- ¡Mira esta foto de Abril! - exclamé emocionada, mostrándosela a Miguel. Él echó un vistazo y soltó una risita.

- Es tan adorable - comentó con una sonrisa, pero pude ver en su mirada cierta tristeza.

Miguel siempre había querido ser padre, pero la vida no había sido tan generosa con él en ese aspecto.

- ¿Te gustaría ser papá algún día? - le pregunté, tratando de animarlo.

𝗗𝗼𝗯𝗹𝗲 𝗩𝗶𝗱𝗮 || Ferran TorresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora