002. Mi primera interacción con el chico de mis sueños

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—No te confíes mucho, no le darás a la primera

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—No te confíes mucho, no le darás a la primera. —declaró Ayax, observando como el rubio alzaba ambas cejas, esa mirada que sugería que él estaba dispuesto a contradecirlo.

—¿Quieres apostar? —preguntó con diversión, sus ojos azules mirándolo desafiante en busca de una respuesta.

Si algo había aprendido Ayax era: no subestimar al rubio, así que en cambio, prefirió guardar silencio y encogerse de hombros sin comprometerse.

—Buena elección.

Ayax bufó una risa, negando con la cabeza y colocando ambas manos en sus bolsillos, observando con curiosidad la pequeña diana a la que el rubio debía asertar.

El rubio arroja con todas sus fuerzas el hacha que Ayax le había entregado momentos antes y esta impacta con un fuerte ruido justo en el blanco.

—No es posible. —murmuró Ayax, mirándolo sorprendido.

El rubio dejó caer ambas manos y se dió vuelta con una brillante sonrisa en su rostro, esa mirada incrédula que siempre parece tener cuando algo sale como él desea.

Y en pocos segundos Ayax está envuelto en un abrazo tan fuerte que apenas puede respirar. El rubio lo levanta del suelo un poco mientras afianza el agarre en su cintura y Ayax no puede evitar reírse lo suficientemente fuerte como para que haga eco por el bosque.

—Deberíamos haber apostado. —se quejó el rubio, dejándolo suavemente caer al suelo y acomodando la remera naranja de Ayax en su lugar ya que se había levantado un poco en el apretado abrazo.

—¿Qué podrías haber obtenido de mí si ganabas, mhm? —preguntó Ayax con curiosidad, llevando una de sus manos a los rizos rubios y echándolos hacía atrás ya que comenzaban a ser lo suficientemente largos como para cubrir esos preciosos ojos azules.

—Tenía un par de ideas.

—¿A sí? ¿Cuáles?

—Ayax, despierta.

—Mierda, no otra vez. —se quejó Ayax, intentando acercarse al rubio para otro abrazo antes de que sea demasiado tarde.

No logró abrazarlo y pronto observó una vez más el techo de madera sobre él.

—Comenzaré a poner un precio por cada vez que me despierten, hablo en serio.

Ayax se sentó en la cama, observando a tres de sus hermanos menores que lo habían estado empujando y llamando por los últimos minutos.

—¿Qué tal una herida en la pierna? —preguntó irónicamente, observando como sus hermanos negaban rápidamente al tiempo que Ayax asentía con una sonrisa siniestra en su rostro—. ¡Oh, sí! ¡Despierten a Ayax y ganen un maldito hachazo en la pierna! ¡¿Oyeron?!

✓WAR OF HEARTS, Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora