Capítulo: 8

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Con poco cuidado y delicadeza, Castiel coloco un collar con liebres muertas sobre los hombros de Selene, mientras aquella sonrisa radiante iluminaba su rostro con un gozo que generaba en la cazadora ganas de romper su nariz perfecta.

—¿Quién diría que a la mejor cazadora de todos los tiempos le daría miedo un par de conejos muertos? —canturreo con arrogancia el lobo.

—¿miedo? No conozco el significado de esa palabra—escupió ella con tono frio y seco—¿desagrado? Bueno... puedo reconocerlo con solo lanzarte una mirada.

Las cejas de Castiel se alzaron en lo alto, antes de que este estallara en un ataque de risas. Sin embargo, antes de que la cazadora fuera capaz de notarlo, el lobo la sujeto con fuerza por la barbilla, elevando su mirada hacia el con firme determinación.

Selene no intento apartar el rostro, tampoco lo deseaba. Debía admitir que admirar el bello rostro de Castiel no era ningún castigo.

—Anoche no recuerdo oír que te quejaras por estar junto a un desagradable lobo... por el contrario, tengo muy en claro la presencia de tu cuerpo más cerca del mío—respondió el con tono desafiante y provocativo.

—Buscaba calor, no te hagas ilusiones, lobo.

La mano de Castiel se deslizo de su barbilla hacia su cuello, tomándolo con delicadeza, haciendo que su sangre hirviera ante el suave contacto de sus dedos callosos. Su pulgar se mantuvo en la barbilla de Selene, obligándole a sostener su mirada azul, la misma que se iba oscureciendo conforme el latir del corazón de la cazadora se aceleraba.

—¿Está segura de eso, Selene? Porque puedo darte calor de otras formas la próxima ves que vaya a tu cuarto.

Selene trago duro, sintiendo como su boca se resecaba al mismo tiempo que la mirada de Castiel parecía abrazarla viva.

—¿Qué te hizo creer que tendrás una segunda noche en mi habitación? —la cazadora intento sonar altanera, sarcástica y burlona... pero su voz sonó más amortiguada de lo que deseaba.

—El aroma de tu piel dice mas de lo que tu deseas admitir, cariño...—el pulgar de Castiel se deslizo lentamente hacia los labios de Selene, mientras sus ojos se concentraban en ellos durante algunos segundos.

La cazadora se quedo petrificada, sintiendo como su cuerpo se tensaba por completo, evitando sucumbir a la tentación de aquella delicada caricia, de ese gentil gesto.

Pero la burbuja se rompió solo cuando Castiel aparto su mano del cuerpo de ella de manera abrupta, llevándose consigo todas las emociones que Selene sentía. Durante algunos segundos, ella sintió como si un chorro de agua helada le cayera encima.

>—aparte, necesitaras que alguien sane tus heridas esta noche luego de que los come carne te destrocen...

Selene parpadeo, mientras observaba a Castiel con especial atención y detenimiento. Su mente estaba brumosa, como si una niebla la envolviera al mismo tiempo que la sacudía.

—¿Qué me hiciste? —exigió saber ella con la respiración acelerada.

Durante algunos instantes, Castiel se quedó serio, observándola con detenimiento, antes de que las comisuras de sus labios se elevaran ligeramente hacia arriba.

—Eso, princesa, es parte del paquete de ser medio vampiro... los lobos cambian de forma y los vampiros seducen con la mirada... yo tengo ambas.

Las palabras de Castiel, muy lejos de sonar orgullosas, parecían más como una pesada carga. Sin embargo, su rostro sostenía una sonrisa impecable cargada de arrogancia.

>>Una fachada<< pensó Selene mientras evaluaba ese nuevo descubrimiento.

Durante todo su entrenamiento, ella había sido instruida sobre las habilidades de las criaturas que caminaban a lo ancho del mundo, pero jamás se había topado con un vampiro para confirmar las leyendas al respecto.

Esclava del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora