Capítulo: 5

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La hermosa cazadora había suspirado aliviada, al enterarse que la idea de Dimitri no era cobrar su venganza en la cama, sino obligándola a trabajar una semana en la servidumbre del castillo.

Selene había asentido, intentando disimular su alivio inmenso por aquella labor encomendada. Si trabajaba como sirvienta en el castillo, ella tendría la oportunidad de conocer el lugar completamente e idear una forma de escapar de allí... logrando concretar su misión incluso.

Porque incluso, a pesar de la atracción desmedida que ella sentía hacia Dimitri, no podía negar que el odio que sentía hacia su especie era mucho más fuerte.

Como parte de su castigo, el alfa le había asignado una habitación recluida en la parte mas alta del castillo. No tenia muchos muebles y la iluminación era escasa, pero al menos estaba sola y gozaba de una preciosa vista de todo el castillo y sus alrededores.

Sin embargo, cuando llego la media noche, ella comprendió que las palabras de Castiel no habían sido meramente fanfarronería. Al parecer, aquella noche si era extremadamente fría.

La hermosa cazadora estaba sola en el punto mas alto del castillo, con solo una vieja manta para cubrirse del frio.

Al parecer, Dimitri había olvidado por completo que los humanos son sensibles al frio, eso o era extremadamente cruel como para dejarla morir de hipotermia como venganza.

—Maldito bastardo—gruño ella entre un tintineo de dientes, mientras su cuerpo temblaba debajo de aquella manta vieja.

—Resulta adorable escucharte maldecir a mi hermano—dijo una voz desde el umbral de la puerta.

Selene desvió la mirada, solo para encontrar a Castiel allí de pie, con una hermosa manta de piel entre sus brazos.

—¿Qué haces aquí? —escupió ella sin lograr evitar hacer castañar sus dientes.

El frio que sentía era demasiado, incluso más que cualquier otro que hubiera sentido en toda su vida.

—El castañeo de tus dientes no me deja dormir—mintió Castiel mientras se deslizaba dentro de la habitación—. Si no hago algo, pronto la mitad del castillo querrá matarte por interrumpir su sueño.

—¿Y la otra mitad del castillo? —pregunto Selene entre temblores y espasmos que no lograba contener.

Los dientes del lobo brillaron ante una sonrisa colmada de arrogancia sin precedente.

—La otra mitad querrá acostarse contigo para quitarte el frio—canturreo el avanzando hacia ella—. Pero por fortuna para ti, aquí llego tu príncipe a rescatarte.

—Imbécil—susurro ella conteniendo el temblor de su cuerpo.

—¿Así es como le das las gracias a tu salvador? —dijo el, mientras colocaba la manta sobre ella, imprimiéndola con su suave calor—. Eres una malagradecida, Selene.

Ella le habría respondido, pero incluso con la manta, el calor seguía escapando de ella. Su cuerpo estaba tan frio que no podía generar calor propio para regularse. Castiel lo noto al instante, mientras observaba sus labios violetas y su cuerpo tembloroso.

>—Mierda... será mejor que recurra a mi segundo plan.

—¿Segundo plan? —hablo ella con voz temblorosa, al igual que todo su cuerpo.

Castiel simplemente asintió, mientras se quitaba la remera y pantalones, quedando en ropa interior en medio de la habitación envuelta en penumbras. Selene abrió la boca, intentando detener aquello que fuera que cruzaba por la mente del lobo, pero Castiel se apresuró a intervenir.

—Sin expectativas, cariño. Solo será calor corporal... esta vez—dijo el, mientras se deslizaba en la cama, colocándose detrás de ella, envolviéndola entre sus brazos y tirando de su cuerpo para acercarlo mas al suyo—. A fin de cuentas, la necrofilia no es lo mío.

—Idiota—se quejo ella, pero no movió un solo centímetro de su cuerpo. No cuando el calor que emanaba el cuerpo de Castiel se filtraba hacia el de ella, embrujándola de un modo casi celestial.

—Descansa, Selene—susurro Castiel, inclinándose contra el oído de ella, mientras la envolvía en un abrazo por su espalda.

Como si aquello hubiera sido una orden silenciosa, la bella cazadora cedió ante aquello, dejando que la magia de aquel cuerpo cálido la abrumara, llevándola al mundo de los sueños, muy lejos de allí.

Sin embargo, Castiel no cerro lo ojos, no cuando sabía perfectamente lo que se venía. Porque lo había olido hacia muy poco tiempo.

Tres latidos de corazón mas tarde, Dimitri ingreso en la habitación, llevando consigo una manta de piel y las mismas intenciones que habían guiado a Castiel a esa ala del castillo.

—Llegas tarde, hermano, ya se durmió—dijo Castiel con una sonrisa tirando de sus labios.

—No es para ti, Castiel y lo sabes—gruño el alfa con los dientes expuestos en su dirección—. Ella te odia.

—Las emociones son volubles y se pueden modificar con acciones—respondió Castiel sosteniendo la mirada de su hermano—. Yo pienso hacerlo, voy a transformar el odio de Selene en amor, porque...

—¿Por qué? —gruño Dimitri con los dientes apretados en su dirección—. Porque yo la escogí para mi ¿No es así?

La mandíbula de Castiel se aflojo ligeramente, mientras observaba a su hermano. Muchas emociones se apoderaron de él, pero no se atrevió a expresar ninguna de ellas.

—Si, porque tu la escogiste, hermano—mintió en respuesta Castiel—, y tal como te lo prometí hace un año, planeo quedarme con todo lo que es tuyo. Desde tu reina hasta tu corona.

Esclava del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora