Capítulo: 19

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Selene se quedo petrificada, tan tiesa como las paredes de piedra a su alrededor. Castiel estaba allí, de pie, observando absolutamente todo, siendo conocedor de las intenciones que ella cargaba... o al menos de lo que sus ojos le delataban.

—Necesito seguridad—respondió la cazadora con tono áspero y cortante, mirando al hombre directamente a los ojos—. Si voy a compartir la cama con Dimitri, tengo que estar segura de que el no va a... necesito seguridad.

La dura mirada azul del lobo se suavizo ante las palabras de Selene, ante la colosal mentira que ella acababa de susurrar con miel en su oído.

Durante una fracción de segundos, la cazadora sintió asco por lo que acababa de sugerir con tanta habilidad y fiereza. Su estómago se tensó mientras sintió como las ganas de devolver su estomago por completo nublaban sus sentidos. Pero se repuso recordándose a si misma que estaba en guerra, en el centro de territorio enemigo.

—Esta bien...—dijo finalmente el lobo, acortando la distancia que los separaban, antes de caer de rodillas junto a ella y poner manos a la obra—, pero no se extrae así el veneno, sino de este modo.

Con suma habilidad, Castiel ordeño las garras de aquella criatura, extrayendo gota a gota ese veneno letal para él. Selene observo en silencio y con total atención, viendo el delicado trabajo del lobo.

Un corte de aquellas afiladas garras y Castiel estaría muerto. Aun así, el lobo estaba extrayendo el veneno para ella, incluso cuando minutos atrás el mismo había afirmado que no confiaba en la cazadora.

>>¿A que juego estas jugando, Castiel?<< se pregunto Selene, mientras el sonido de los pasos de los guardias se hacía cada vez más cercano, volviéndose gemelo al latir de su corazón.

Cuando el lobo finalmente termino, él le extendió el veneno a ella, mirándola directamente a los ojos. Sin embargo, justo cuando ella estaba a punto de tomar el recipiente, la mirada de Castiel se volvió mas aguda, apretando su mano alrededor del mismo, negándose a ceder el poder.

—¿Esto es por tu seguridad? —persuadió el lobo, empleando sus habilidades para forzar a la verdad.

La cazadora trago duro, mientras sentía como un sudor frio se deslizaba por su espalda baja. Sus labios se movieron, en contra de sus deseos de no cooperar.

—Si—fue la respuesta que dio, sorprendiéndose a si misma. Claro que el veneno era por su seguridad... y la de todo el mundo. Porque si la manada entera era sacada de la ecuación, el mundo seria un lugar menos aterrador para habitar... ¿o no?

—En ese caso...—resolvió Castiel, mientras exponía nuevamente aquel cuchillo de caza que le había ofrecido a Selene en una ocasión—, necesitaras esto. El veneno solo funciona cuando entra dentro de nosotros. Si Dimitri te pone en una situación incómoda, empapa la hoja con veneno y el resto ya lo sabes de memoria.

—¿Qué quieres a cambio? —insinuó Selene con mirada recelosa.

—Nada, no quiero nada, solo que te mantengas con vida... aunque no lo parezca, la corte es extremadamente peligrosa, cuida tus espaldas—respondió el lobo, poniéndose de pie, mientras le extendía una mano en dirección a ella.

—Gracias, Castiel...

—¡¿Qué demonios ocurrió aquí?!—rugió Dimitri colérico al otro lado del corredor, mirando iridiscente hacia Castiel y Selene.

La cazadora escondió hábilmente el veneno y la daga entre los pliegues de su ropa, mientras adoptaba una actitud más arrogante y resuelta.

—¿Acaso no es evidente ante tus ojos, su majestad? Me deshice de la basura—explico ella, mientras comenzaba a caminar con aires victoriosos de grandeza.

—Te expusiste y expusiste a todos en este castillo solo por tu vanidad—gruño el Alfa con sus ojos azules clavados en ella.

—Salve a todos en este castillo sin recibir un solo rasguño, lobo, esa es la realidad—escupió Selene, desafiando al alfa frente a las miradas incrédulas de al menos treinta personas que se aglomeraban a su alrededor—. Puedes castigarme del modo en que lo desees, pero esta es mi esencia, es lo que soy y no importa la tortura a la que me sometas, no me vas a cambiar.

Un murmullo se instauro en el lugar, mientras las personas miraban descaradamente lo que estaba ocurriendo allí.

Dimitri acorto la distancia, totalmente furioso por el descarado desafió de Selene. La cazadora se mantuvo firme, con la mirada elevada clavada en el rostro de él.

El ambiente era tan tenso, que el mismo aire se podría cortar con el cuchillo que Selene escondía entre su ropaje.

—Me estas humillando, pide disculpas y me olvidare de eso—ordeno el alfa en un susurro casi inaudible.

—No pienso disculparme por decir la verdad, Dimitri—respondió ella con su mirada clavada en los ojos de él, tan implacables como el acero mismo.

Selene era fuego puro. Una llama que se avivaba con el clamor de la batalla.

Dimitri era el fuego que la potenciaba, la enarbolaba, llevándola al límite.

Un juego muy peligroso, una línea muy delgada que podría llevarlos a la decadencia estaba a punto de ser transgredida.

—Como desees—siseo el alfa, antes de moverse con velocidad y clavar sus dientes en el cuello de Selene con gran fuerza, marcándola.

Porque eso era lo que acababa de hacer Dimitri, ante la mirada de todos los allí presentes.

El lobo acababa de marcar a su compañera.

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Hola corazones de fuego ¿cómo están? ¿Qué les pareció este nuevo capítulo?

Espero que les haya gustado, no olviden dejar en los comentarios que creen que va a ocurrir en el próximo capítulo.

Recuerden seguirme en mi instagram (valen_escritora). Si sos escritor, estoy creando publicaciones sobre escritura, edición y maquetación (principios básicos al momento de escribir), como así también estoy trabajando en un espacio de recomendación de historias sugeridas por los lectores (esten muy atentos a esto si quieren que lea y recomiende sus obras).

Desde ya, muchas gracias por acompañarme en este viaje.

Nos vemos en el próximo capítulo.

Cariños, Valentina M. Laborde.

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