Capítulo 25:

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Castiel:

El hibrido se había negado varias veces a aceptar aquella peculiar petición. Temía atacar a Selene, de lastimarla y realmente hacerle daño.

Sin embargo, luego de que la cazadora insistiera incansable numero de veces, el acabo por aceptar aquello, no sin antes ponerle un límite de tiempo.

Castiel le daría diez minutos de aquella cacería, lo cual significaba que el hibrido se transformaría en aquella criatura de pesadillas durante diez minutos.

A Selene no le vino en gracia que fueran diez minutos nada más, pero Castiel le aseguro que en diez minutos el era capaz de causar desastres de dimensiones colosales si se lo proponía.

Y no estaba exagerando.

En diez minutos, Castiel había logrado masacrar una aldea pequeña por completo. Su colera podía llevarlo a cometer actos que lograban repugnar al mismísimo infierno.

—Esta bien, diez minutos—accedió a regañadientes la cazadora, mientras comenzaba a realizar una breve entrada en calor.

En silencio, el hibrido se lamentaba, mientras suplicaba a cualquier deidad que los estuviera observando, que protegieran a Selene de el mismo.

—Si debes golpearme, hazlo, incluso si debes derribarme o lastimarme... yo puedo sanar— (pero tu no) se contuvo de decir Castiel, mientras sus ojos azules examinaban el rostro de aquella mujer en busca de cualquier señal que le indicara que tenía dudas o miedos.

Pero la expresión en el rostro de la cazadora solo era capaz de revelar una única emoción. La emoción.

Ella estaba deseosa de aquello, de llevar adelante aquella persecución. Castiel se pregunto si acaso era la emoción de volver a sentir la adrenalina corriendo por sus venas lo que la ponía de tan buen humor.

Algunas criaturas no había que quitarlas de su hábitat natural, del lugar donde habían sido forjadas... y Selene era una de esas criaturas.

A la cazadora, Dimitri jamás debió apartarla del bosque y los cuchillos, de la sangre y la muerte.

—Si tengo que hacerlo, ten pon seguro que lo hare con mucho gusto—se burlo ella, mientras le guiñaba un ojo.

Sin lugar a dudas, la cazadora estaba de un excelente humor aquel día. A diferencia de Castiel, quien tenía la vaga sensación de estar a punto de desmayarse.

—Esta bien... comienza a correr, yo contare hasta diez y saldré a buscarte.

Selene asintió, la expresión de su rostro cambio, volviéndose mas distante. Ella se estaba enfocando y concentrando.

Cuando se sintió completamente lista, ella salió corriendo sin advertir previamente al hibrido.

Sin embargo, Castiel ya estaba esperando aquello. Su atención estaba completamente centrada en la cazadora y sus movimientos.

El hibrido comenzó a contar, sin embargo, cuando llego al numero diez, el continuo su conteo.

Fueron veinte segundos de ventaja los que el hibrido decidió otorgarle a la cazadora antes de romper las cadenas de la bestia que habitaba en su interior.

O o o o o o o

Castiel descendió a su interior, a aquel rincón oscuro en lo más profundo de su ser, odiaba aquel lugar, aquella caverna oscura y putrefacta, llena de la carroña que eran sus miedos.

Miedos y temores que nadie concia, y nadie vería jamás. Solo él.

Castiel descendió más y más en las profundidades de su propia mente, la bestia se encontraba allí, arrullada en un sueño profundo, uno que el mismo la había enviado.

Sin embargo, cuando aquella criatura lo percibió, rápidamente despertó, obsequiándole una sonrisa espantosa al hibrido.

>>Hola, amo... ¿viniste a liberarme? << canturreo aquella cosa, con una oscuridad colosal rebosando de su aura.

De niño, Castiel siempre había temido aquella criatura, siempre sintió temor de ella. Ahora, en su adultez, el había logrado aprender a controlarla. Las cadenas de pensamiento eran lo único que lograba contener a la bestia.

En otra vida, el hubiera dado cualquier cosa del mundo por someter aquella criatura, y el solo hecho de pensar en liberarla le generaba repudio.

Pero no tenía otra opción.

Debía ayudar a Selene, tenia que darle todas las herramientas posibles, que le garantizaran una oportunidad de vivir en el futuro próximo.

Nadie lo sabía, pero el comprendía perfectamente que aquella pesadilla a la que Selene se enfrentaría seria mucho peor que la bestia que el estaba a punto de liberar.

Podía sentir odio, asco o repulsión, pero una verdad era clara, el debía salvarla.

Incluso, aunque el destino de la cazadora estaba marcado con sangre. El tenia que encontrar el modo de burlar al destino.

¿El motivo? muy simple. Selene era la única persona en todo el mundo que lo miraba a los ojos como si el no fuera un monstruo.

Tal había sido aquel impacto de esa mirada, que Castiel empezó a creer que aquello podía ser posible.

Él podría no ser un monstruo.

>>Liberare tus cadenas, pero yo seguiré a cargo, bestia<< ordeno con solida autoridad Castiel, mientras comenzaba a liberar una a una las cadenas que sometían a aquella bestia.

La criatura se revolvió inquieta, excitada, esperando su momento, mientras su mirada oscura se llenaba de regocijo.

>>Llevo años atrapado aquí, Castiel...<< ronroneo eso, mientras su oscuridad se expandía más y más. >>Tu me creaste, amo, y cuando te asuste, me abandonaste... pero ahora vienes a mi<<

Castiel apretó la mandíbula mientras liberaba la ultima cadena. Ahora, la bestia estaba libre en su totalidad.

Su oscuridad lleno cada parte de su ser, expandiéndose más y más, colmándolo todo con su putrefacta esencia.

>>Si, yo te cree... y también puedo destruirte si lo deseo. Yo tengo el control, me debes obediencia<<

La bestia observo a Castiel con su mirada totalmente oscura, mientras exponía los dientes demasiado blancos y afilados en una sonrisa aterradora. Se acerco a él, lo suficiente para que el hibrido fuera capaz de apreciar con sus propios ojos la sed de sangre que se apoderaba de la criatura.

Su criatura.

>>Lo lamento, amo, pero ya no te debo nada<< ronroneo la bestia, aquel monstruo cargado de maldad, antes de salir de la oscura cueva donde ya no cabía.

Ahora las cadenas habían cambiado de dueño, los roles se habían invertido.

Castiel estaba encadenado, atrapado en lo mas profundo de su ser, sumido en la oscuridad de sus pesadillas.

La bestia estaba en su propia piel, observando el mundo después de tantos años escondido, recluido de la luz del sol. Un ultimo pensamiento brillaba a modo de orden silenciosa.

Cazar a Selene...

Y la criatura así lo hizo.

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⏰ Última actualización: Mar 22 ⏰

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