Capítulo: 13

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Los labios de Dimitri estaban tan cerca de los suyos que parecía algo sacrílego no besarlos. Sin embargo, ella estaba acostumbrada a trascender los limites de lo profano, y no lo hizo.

Selene simplemente lo observo, directamente al azul de sus ojos inyectados de océano, al mismo tiempo que sus palabras se arremolinaban en su interior, anidando en el centro de su pecho.

De alguna forma, de cierta manera, esas palabras le daban paz y tranquilidad. Un alivio que llevaba buscando desde que surgió en el mundo... o quizás desde antes.

Sin embargo, el cuerpo del lobo ardía ante las llamas del deseo y la pasión, la locura abriéndose paso a través de sus huesos, suplicándole a sus músculos actuar. Dimitri necesitaba una sola cosa para poder seguir respirando. Sentir la tersa piel de Selene.

Y así lo hizo. Con lentitud, dejándole lugar a que ella tomara la decisión final, Dimitri comenzó a subir sus manos a lo largo de la cadera de Selene, viajando lentamente hacia su cintura y buscando más arriba.

La cazadora sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, pero rápidamente aquella sensación fue reemplazada por un calor intenso y abrazador que se fundía con su piel, ante el tacto dulce y gentil de Dimitri.

>> ¿Quién diría que unas manos diseñadas para matar podrían ofrecer tan gentiles caricias? << pensó Selene, mientras luchaba contra el impulso de cerrar los ojos e inclinarse hacia adelante.

Porque ella sabia que, si movía su cuerpo unos escasos centímetros hacia adelante, sentiría la dura longitud de Dimitri, lista para recibirla si así lo deseaba.

Aun así, el lobo era su enemigo, sus mentores se lo habían repetido tantas veces hasta que se grabo en su mente igual que un tatuaje... pero incluso la tinta comienza a borrarse después de cierto tiempo.

Ceder o no ceder. Confiar en su enemigo o no. Ahí radicaba todo ese asunto.

—Te deseo, Selene—susurro Dimitri, mientras se inclinaba ligeramente hacia adelante, acercando sus labios al cuello de la cazadora.

El primer roce de sus labios contra la piel expuesta fue exquisito, tanto así que ella se vio obligada a cerrar los ojos mientras sentía como la punta de los dedos de sus pies se doblaban.

Dimitri comenzó a trazar un lento recorrido a lo largo de su cuello, hacia abajo, deteniéndose en su clavícula, donde logro arrancar un suave gemido casi inaudible de los labios de ella.

Inaudible para todos menos para los oídos del alfa.

Aquel sonido desato algo dentro de Dimitri. Algo primitivo y antiguo, un deseo anhelante.

Selene era una brisa de aire fresco... y él se estaba asfixiando.

>—Me estoy volviendo loco, conejita... tu me vuelves loco—su voz un susurro casi implorante, suplicante—. Tu tienes el control, por completo... tienes la correa que me sostiene, Selene.

La cazadora se hizo hacia atrás, necesitando ver los ojos de Dimitri para comprender realmente lo que el le decía. Lo que se ocultaba detrás de aquellas palabras.

>—Me mantendré firme a mi palabra, aunque sea lo más difícil que haya hecho nunca, no te tomare, Selene... no hasta que tú me lo pidas.

Había una pregunta implícita allí, una invitación.

De haber tenido un momento más, un instante más a solas con Dimitri, ella habría aceptado aquella invitación, solo para ver de que era capaz el lobo. Si en el momento de la verdad eran palabras y fanfarronería o...

Su boca se secó, mientras se inclinaba ligeramente hacia adelante, rozando ligeramente los labios contra los suyos, mientras se aproximaba a esa montaña que se erguía firme entre sus piernas.

Esclava del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora