I

7.7K 387 97
                                    

1


Me arruinaste, Eloísa. Por completo. Estoy loco por ti y no puedo evitarte, te veo en todos lados, en cualquier parte te encuentro y no me molesta en lo absoluto, solo ruego por tenerte cerca y acabar con esta miseria de no poder estar contigo cada segundo de mi patética vida.

Cierro los ojos y estás tú ahí, sentada en mi escritorio, vestida únicamente con una camisa de seda mía, mirándome con esos preciosos ojos almendrados...

Un escenario que me lo imaginé millones de veces deseando que fuera real, ojalá estuvieras aquí para que veas todas las ganas que te tengo, todos esos besos y embestidas que tengo planeado darte.

Hoy volviste a la biblioteca como ayer y miraste de nuevo aquel libro, ya lo vienes ojeando como seis veces.

¿Por qué no lo compras? ¿Quieres que yo lo haga por ti? Sorpresa... ya lo hice, pero enviártelo se me dificulta, me gustaría ser cercano a ti para poder regalarte todo lo que quieras y que me sonrías con esa sonrisa que me trae loco.

Pero no soy nada para tí, aún.

Te espío por los pasillos viendo cada libro que tomas, cada reacción que haces a la mínima cosa, cada respiración. Me gustaría estar en tu cabeza así ni perderme de nada. Por un descuido tonto casi me ves, por suerte no me viste, tus ojos se dirigieron al estúpido del recepcionista que no para de coquetearte. ¿Por qué lo miras? No es necesario ser tan amable ¿Sabes? Ni mirar tanto, ni responder incluso... Sí estuvieras conmigo ni te atreverías a mirarlo siquiera.

Luego me encargaré de él, por ahora solo quiero mirarte con el poco tiempo que tengo antes de comenzar con las llamadas de trabajo y seguir el papeleo.

Inesperadamente mi celular comenzó a sonar desde mi bolsillo izquierdo.

Atendí.

- Ubicación localizada, Russell. Puede quedarse tranquilo, no tendrá que seguir espiándola de ahora en adelante.

Cambio de planes.

Y Con una sonrisa me acerqué a tí, al fin te tendré conmigo.

Estabas al frente de un estante con un libro en mano, uno de mis favoritos, que casualidad.

- Historia de dos ciudades, Charles Dickens 1859.

Te sobresaltaste y el libro casi se te resbala. Una sonrisa tímida se asomó en tus carnosos labios y lamí los míos al verlos tan apetitosos.

- ¿Lo recomiendas?

- Por supuesto, la trama podría interesarte.

- Tal vez... pero de igual manera no pensaba en comprarlo.

- ¿Quisieras comprarte otro? -- Insistí en la charla.

No parecías con muchas ganas de hablar, pero algo en tí seguía contestando.

Yo buscaba tu mirada y tu no la rechazabas, me mirabas igual. Eres preciosa.

- De hecho si, este. -- Me acercaste un libro con la tapa azul marino y letras doradas. -- Pero no puedo comprarlo aún.

- ¿Por qué? Es muy buen libro.

Además de linda, tiene buenos gustos.

- Me manejo con el dinero de mis padres y todavía no tengo mi ahorro semanal. -- Dijiste con una sonrisa tímida en tus labios.

- No esperaras mucho para tenerlo, créeme...

Pronto estarás conmigo preciosa, y tendrás ese libro y muchos más a tu disposición.

ObsesionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora