IX

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- Despierta, mocosa.

Me zangoloteó encima de sus hombros y me despertó, me sentía muy mal del estómago y veía todo borroso, no podía respirar bien. Un impulso de querer vomitar se acercó.

- Por favor bájame, quiero vomitar.

Él me bajó y yo me tiré al piso a vomitar todo lo poco que tenía. Él me sostuvo el cabello y me dio unas caricias en la espalda, lo que solo me hizo vomitar más.

- Eres una estúpida, te congelaste y ahora seguro te vas a enfermar.

- Perdón. -- No pude decir otra cosa, simplemente no podía pensar, quería largarme a correr de nuevo pero enserio ya no podía y él se encuentra en mejor condición física que yo, podría atraparme fácilmente.

Me alzó nuevamente pero no me volvió a poner en su hombro, me tomó como a un bebé. Caminó unos 3 minutos más y llegamos a una camioneta muy elegante.

Me sentó en el asiento del copiloto y me puso el cinturón de seguridad, no sin antes sacar unos pañuelitos húmedos de la guantera y limpiarme la cara y manos. Quería decirle que podía hacerlo yo sola pero no pude, permití que él lo haga.

- Ni bien lleguemos a casa tendremos una profunda charla. -- Hizo énfasis en ''profunda'' y espero que no se esté refiriendo a lo que creo que se refiere.

Cerró la puerta y dio vuelta al auto. Cuando subió, prendió la calefacción y me dio su abrigo. Me preguntó si estaba bien y solo asentí. No tenía cara para contestarle, me sentía tonta, me sentía inútil y ahora seguramente cuando lleguemos a su casa me hará peores cosas de las que vi.

- Me sorprende cuanto corriste, princesa.

No iba a contestarle.

- Más me sorprende el hecho de que no se te haya ocurrido que yo conocía este bosque como la palma de mi mano. Sabía que te iba a encontrar.

Otro impulso de vomitar se acercó pero lo pude evitar. Tenía razón lo que él estaba diciendo, pero por las ganas de escapar que tenía obviamente no se me iba a cruzar eso por la cabeza.

Mire la ventana todo el viaje, ya se estaba haciendo de día y estaba lloviendo.

- Me molesta que no me estés contestando, Eloísa. ¿Encima que te escapas te crees en la posición de no responderme?

- No p-puedo. -- Le tuve que contestar por miedo pero todo dolía.

No sentía mi garganta y mi lengua estaba dormida, un conjunto de frío y miedo que se apoderaron de mi.

Él se rio.

- Está bien, te daré un tiempo para que te recuperes. Si fuera por mi te violaría aquí mismo.

Sus palabras eran dagas en mi pecho, las ganas de escapar volvían.

- Pero no te preocupes, quiero que tu primera vez conmigo sea especial. Será mucho mejor que con el estúpido de tu ex.

Empezaba a sentirme encerrada y todo lo que él decía lo escuchaba como si estuviera muy lejos.

- Espero hayas disfrutado la mini libertad que tuviste porque no volverás a estar lejos de mí nunca más.

Llegamos a la casa y él me bajó de la camioneta teniéndome en su brazos. A este punto yo ya me sentía mejor pero estaba asquerosa, tengo tierra en todas partes.

Y aquí estamos de nuevo en la mansión.

- Escucha, Eloísa. Te quedarás en nuestro cuarto, castigada. Yo estaré en mi oficina y más te vale no cometas ninguna otra estupidez porque no seré comprensivo. Ve a darte un baño.

ObsesionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora