XVIII

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18

Estoy odiando todo en estos momentos. Alexander me despertó a la mañana para que desayunemos juntos, la pasé muy mal porque se la pasó mirándome con esa mirada rara con la que siempre me mira.

No pude comer tranquila con esos ojos vigilándome y todo estaba más callado de lo normal. Algo pasaba y no sabía qué, él es impredecible.

Recuerdo que antes de que me despertara se encontraba hablando por teléfono con alguien y mientras hablaba con esa persona tocaba mis piernas.

No hablaban nada interesante, algo de negocios supongo, estaba dormida de igual manera.

Me gustaría poder robarle el celular para llamar a la policía, o a cualquier persona mientras me pueda ayudar. Pero ya me dijo que ni siquiera lo intente porque tiene a la policía de su lado. Nada está a mi favor últimamente,

Ahora nos encontrábamos los dos en el living. Yo miraba el techo, él leía un libro.

Estoy devastada, todo me recuerda a mi hermana, me desespera no saber donde o cómo está, y aunque sepa esas cosas no podría hacer nada de todos modos. Solo espero que esté bien, completa.

Pensar en mi familia me tranquiliza y me impacienta a la vez, mis padres deben estar como locos ahora con dos desapariciones. Siento que todo es mi culpa.

Si tal vez no hubiera salido tanto, o no hubiera pasado tanto tiempo afuera de mi casa tal vez no estaría pasando esto.

Pero no, no es mi culpa, la culpa la tiene este imbécil que se cree que puede andar secuestrando gente como si nada importara, lo detesto, lo odio. Ya son incontables las veces que desee que se tropiece y se caiga, o que se atragante con la comida y se ahogue, o que... tengo que vomitar.

Comencé a dar arcadas de repente, me levanté de mi asiento y corrí hasta el baño, la garganta me explotaba.

Al llegar al baño pude vomitar, mágicamente Alexander apareció detrás mío y me sostuvo el cabello mientras yo expulsaba todo el desayuno por el excusado.

- ¿Estás bien, princesa?

Su voz me hizo vomitar más. Acariciaba mi espalda y poco a poco el vomito paró.

La garganta me ardía y por culpa de las arcadas me había comenzado a doler la cabeza, todo me daba vueltas.

- Tranquila, mi amor, tranquila. Ven.

Me levantó en sus brazos y me llevó al lavamanos. Limpió mi cara con sus manos y me sostuvo todo el trayecto hasta llegar al living.

- ¿Cómo te sientes?

- Mal.

- Tranquila, princesa. Estarás bien.

Un revuelo de emociones cruzaron mi mente y colapsé, comencé a llorar desesperadamente y no controlaba mis lagrimas. No sé porqué habré vomitado, supongo que los nervios. Lo que me preocupa es mi periodo, ya tendría que haberme llegado la regla...

Y si es un embarazo... juro que lo mato.

Alexander se acercó a mí y comenzó a abrazarme., yo rechacé su tacto.

- Intento consolarte, bebé.

- No quiero tu consuelo y no me llames bebé.

- Recuerda lo que hablamos la noche anterior, Eloísa. No me busques.

El llanto se intensificó y solo podía estar hecha bolita en el sofá mientras él me abrazaba y me daba mimos en la cabeza, solo me daba asco, lo odio.

ObsesionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora