XXII

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22

''Te lo prometo''

Sus palabras se repetían en mi cabeza mientras pequeñas caricias en mi rostro me despertaban, abrí los ojos y me encontré con Alexander mirándome.

- Te ves perfecta durmiendo.

¿Entonces para qué me despiertas?

Lo miré de arriba abajo y me di la vuelta dándole la espalda. Al mirar la ventana noté que no era de mañana, era de noche. Habré pasado de largo el día durmiendo.

- Vamos a cenar, mi amor.

- No tengo hambre.

- Preparé tu favorito.

- Me duele el estómago.

- ¿Te gustaría comer aquí en el cuarto?

- No, Alexander, no quiero comer.

Finalmente se calló y sin decir nada salió del cuarto. Yo no tenía sueño pero tampoco quería levantarme.

Lo curioso era que ya no estaba triste, sentía como si todo me hubiera dejado de importar, solo esperaba por el fin de todo y ya.

Estoy consciente de que mi plan de fingirle amor se fue al demonio, ya no tengo ganas de demostrarle ninguna muestra de afecto ni fingiendo. Me da asco, me repugna y no merece nada ni aunque sea falso.

Sé que pensaré mejor las cosas y decidiré volver a intentarlo para tener posibilidades de escapar, pero ahora solo quiero matarlo.

De repente, un aroma delicioso inundó mis fosas nasales y cuando me di la vuelta era Alexander con una bandeja llena de comida.

- Sé que te duele el estómago, pero al menos intenta comer algo, bebé.

Se sentó a mi lado apoyando la bandeja en la cama y se puso a leer un libro que se encontraba en la mesita de luz.

Miré los platos con ansias y mucho hambre. Lo acepto, ver comida me tranquilizó el humor. Llevé un poco de la comida a mi boca y mi estado anímico mejoró.

Sigo sintiéndome mal pero al menos tengo comida para ahogar las penas.

Sentí unas caricias en mi cabeza viniendo de la mano de Alexander, era como si estuviera acariciando a un perro.

- Me gusta verte comer.

De cierto modo al escuchar eso el hambre se me fue, pero continué comiendo.

- Eres preciosa.

Miré a la puerta e intenté ignorarlo.

Flashbacks de lo que sucedió hace unas horas me comenzaron a perseguir. Sentía mucho miedo y saber que lo tenía cerca me hacía peor.

Me recuerda a ese miedo sin causa aparente que te agarra de niño y no sabes porqué, solo estás asustado y ya... aunque yo tengo varias razones para estar asustada con su presencia aquí.

Sus ojos continuaban mirándome. Por un momento recordé como era mi vida antes de él, aunque no sé exactamente cuando comenzó a acosarme.

Recuerdo estar sola en mi casa haciendo cualquier cosa y sentirme observada, la sensación era odiosa, es exactamente igual a como percibo sus ojos, fue él todo este tiempo.

Solía pensar que todo estaba en mi imaginación pero ahora todo cuadra.

Tarado.

El cuello comenzó a dolerme y traté de masajear la zona para aliviar el dolor. Una mano grande tapó la mía y comenzó a hacer lo mismo en mi cuello.

ObsesionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora