10
Ella se durmió de espaldas a mi, enamorándome más. La seguí admirando por un par de horas y luego me puse a leer un libro.
No hablaré del libro porque no le presté atención, a lo único que le prestaba atención era a ella. Su respiración era suave y delicada, su manera de moverse y acomodarse entre las sabanas era sublime, me encantaba.
Dejé el libro a un lado y comencé a acariciarle la espalda, despertándola.
- ¿Dormiste bien, preciosa?
Se sentó en la cama y cuando se dio cuenta de que estaba desnuda se tapó de inmediato con la sabana.
- Te vi todo, mi amor. No hace falta avergonzarse.
Se volvió a acostar, pero distanciada de mí, lo cual me hizo arder. Odio tenerla lejos.
- No te alejes.
La tomé de su cintura y la acerque con fuerza hasta mi.
- Suéltame, no quiero estar cerca de ti.
Sus palabras me dolieron y lo único que pude hacer fue devolverle el dolor. Puse mis manos en su cuello quitándole el aire y ella comenzó a llorar, intentó quitarme pero mi dolor era mucho más que el de ella.
- El mismo dolor que tu sientes ahora es el que yo siento cuando me rechazas. -- Expresé con odio.
Era momento de castigarla, ya le di tiempo para que descanse, le toca pagar.
La tomé entre mis brazos y ella batallaba para salirse, me pegó una cachetada y me rasguñó el cuello con sus diminutas manos. Eso solo hizo que me enoje más y le di un puñetazo el cual la dejó un poco inconsciente.
La llevé hasta el baño, la senté en el suelo y llené la bañera. Cuando estuvo lista, agarré a mi pequeña del cabello y ahí reaccionó.
- No, ¡Por favor! ¿Qué vas a hacer?
Me saqué el cinturón mientras ella me miraba asustada y seguía llorando.
Le pegué en sus hermosas nalgas dejando otra marca de mi presencia en su cuerpo. Ella gritó y eso me calentó de una manera impresionante. No me importaba ser suave con ella, solo quería que deje de hacer estupideces y me obedezca como debe de ser.
De unas cintas que había dejado en el cajón del baño, até sus manos en su espalda. Tomé su cabeza y la sumergí en el agua, dejándola así por segundos viendo como se retorcía y hacía de todo para salir.
Cuando la saqué ella solo respiró agitada.
- Por favor, bas-- La sumergí otra vez dándole una nalgada al mismo tiempo.
Sus piecitos se movían alterados y eso me encantaba. Esta vez la dejé adentro más tiempo, unos 15 segundos.
- ¿Me rechazarás de nuevo, amor?
Ella no contestaba y seguía llorando, tenía la cara enrojecida.
- Contesta, mierda. -- Le pegué una cachetada mucho más fuerte que cualquier otra.
- No, Alexander, perdóname.
Me encantó que haya dicho mi nombre, solo ella podía decirlo y tenerlo en sus labios.
- ¿En serio, amor? Porque la verdad creerte me cuesta mucho.
- No, no, perdóname, por favor, enserio. No quería hacerte enojar.
- Pero lo hiciste.
Sumergí su cabeza una última vez como advertencia y cuando la saqué ella solo siguió llorando desesperadamente.
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Obsesionado
HorrorDesde el primer momento que la ví me atrapó, no había forma de olvidarla. Cabello rebelde, labios rojos, y esa increíble palidez intocable que no abandona mi mente. No descansaré hasta que seas mía, como siempre tuvo que ser. Esta historia es comple...