Relato 02

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Y es que a veces de verdad me gustaría tenerla conmigo. Dejar de espiarla y dejar de imaginarme con ella.

No hay forma que me de una oportunidad, ella es hermosa y yo solo soy un inútil incapaz de poder acercármele.

Salió con una sonrisa del colegio tomada de la mano de sus amigas, charlaban y se reían.

Caminaron un poco por el no tan grande campus y al separarse Eloísa recibió una llamada.

Atendió feliz pero al momento de hablar su hermosa sonrisa desapareció. ¿Qué pasa, mi amor?

Leí el movimiento de sus labios y pude captar un "Okey, mamá"

Si, claro que tenía que ser de su mamá. Siempre que está con su familia está triste, cabizbaja y débil. Me sorprende porque cuando está sola, con su hermana o sus amigas, se muestra fuerte y capaz.

Su familia la hace sentir estúpida, está claro. Negué con mi cabeza al darme cuenta de eso.

Si estuviera conmigo estaría feliz todo el tiempo... le diría a cada rato lo bella e inteligente que es, el potencial que tiene y lo mucho que puede hacer.

Ni ella misma se da cuenta de eso, la escuché varias veces llamarse a sí misma idiota e insuficiente y me parte el corazón no estar ahí para decirle lo mucho que es.


La observaba mientras la seguía en mi camioneta blindada. Llegó a su casa a las 12:46, se demoró 15 minutos hablando con sus amigas.

Todo el camino estuvo con la mirada perdida y parecía triste por algo. ¿Qué tienes, mi amor? ¿Qué pasa? me molesta no saberlo.

Entró a su casa y la perdí de vista, pero gracias al micrófono que puse en la entrada pude comenzar a escuchar la conversación que empezó con su madre al entrar.

La estaba retando por una estupidez, algo de una tarea o algo así.

- "Es que eres inútil, hija" -- le dijo sin asco.

Me enfureció escuchar como trataba así a mi princesa. Me dieron ganas de salir de mi auto y romper la puerta para sacar a Eloísa de ahí y llevarla conmigo, ella no merece ninguna de esas palabras.

Ella serena pero decaída solo respondió "Perdón"

Se escuchó que subió las escaleras y se encerró en su cuarto.

Encendí la cámara de su ventana para ver qué hacía desde mi celular y me acomodé en mi asiento de cuero.

Se había acostado a llorar, escondía su cara en la almohada.

Apreté mis puños del enojo. Si tan solo yo estuviera ahí contigo, chiquita...

Mi bebé preciosa, no llores por favor.

Aclaré mi garganta y suspiré. No puedo hacer nada ahora. Me limité a mirarla una última vez con pena y encendí el auto para irme.

Le dejaré otra carta más tarde así tal vez se reponga.





- Pon esta carta en su ventana, que se vea a simple vista y que lo acompañen estás flores. -- ordené entregándole la fina carta y las pequeñas rosas.

- Si, señor.

Mi asistente asintió y desapareció por el oscuro pasillo.

A continuación esperé en la camioneta que mi hombre termine su trabajo y encendí nuevamente la cámara de la ventana para poder ver su reacción cuando la encuentre.

Pasaron unos minutos y mi hombre volvió, se sentó en el asiento del copiloto y yo en los asientos de atrás esperé impaciente.

Me aseguré de que ella se encontrase en la cocina, piso de abajo, para confirmar que no vea u oiga nada. Ya dejé varias cartas a disposición de mis agentes por lo tanto ya saben como pasar desapercibidos.

Al momento de ella entrar a su cuarto y notar en la ventana algo extraño, primero se espantó, algo usual. Luego pareció tomar coraje y se dirigió a la nota.

Tomó las flores las cuales no median más de 15 cm y las admiró un poco, sabía que le iban a gustar. Pero para tomar la carta se tomó un par de segundos reaccionar, se mostraba con miedo.

Finalmente la agarró con sus bellas manos y leyó.

Eres suficiente.

Nada más que eso, asumo que lo leyó un par de veces más hasta que lágrimas empezaron a salir.

No quise escribir más cosas para no rayarla como las otras veces, quería enviarle un mensaje directo y claro. Que se de cuenta de que es suficiente y que simples accidentes no la hacen tonta.

Sonreí y le hice una seña a mi agente para que emprendiera viaje.

A la próxima te haré saber lo mucho que vales en persona, chiquita.

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