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Antes de que él venga, corrí hacia el baño porque necesitaba tiempo a solas. Solo tres minutos al menos.

Me miré al espejo y estaba increíblemente pálida. Estoy muerta de miedo con todo esto.

Si es que esto llega a más, y después de un tiempo Alexander se entera de que estuve fingiendo, las cosas que me hará serán horribles.

Tendré que ser discreta, no dejar que la ira me gane. Pero tampoco quiero dejar que me haga lo que quiera, no podría con tanto.

Unas manos abrazaron mi cintura y recorrieron mi cuerpo. Al mirar al espejo ahí estaba él, Alexander.

- No puedo creer que tengo a una mujer tan bella como tú a mi lado. -- dijo y dio un beso a mi cuello.

Miré hacia el lavamanos intentando pensar qué decirle ahora. Pero antes de poder hablar, habló él.

- Ven, bebé.

Me llevó hacia afuera del baño mientras seguía con sus manos en mi cintura. Cuando vi la cama, esta estaba llena de chocolates y caramelos, todos puestos de forma muy ordenada, y todos mis favoritos.

¿Que tanta atención me prestó para saber exactamente lo que me gusta y lo que no?

Si es que logro escapar, mis estándares estarán inconscientemente muy altos. Hizo demasiadas cosas por mí, y me parece una mierda. Aunque haya abusado de mí de todas las formas posibles, aún así está dispuesto a más que cualquier hombre por mi amor.

No estoy cayendo sus telarañas, estoy siendo realista, lo cual me permite seguir odiándolo.

- Te gustan estos, ¿verdad?

- Si, gracias.

Al momento de querer sentarme, él me tomó fuertemente de los brazos y me ahogó en un abrazo.

Este tipo abraza como si nunca hubiera abrazado a alguien más en su vida.

- Por dios, te amo tanto Eloísa. Me encantas, me encantas, te adoro. -- dijo impaciente.

Me gustaría reaccionar más rápido ante éstas repentinas muestras de amor, pero él es impredecible.

Me soltó y pude sentarme. Comencé a emocionarme por comer dulces, al menos puedo seguir haciendo eso, comer es un placer.

Lástima que tengo que hacerlo en frente de este loco, aún así, mis ganas de atragantarme con chocolate no serán obstruidas por él.

Tomé unos cuantos caramelos y mientras los comía, noté que él solo me miraba, quieto. Decidí pensar en decir algo que le gustaría escuchar a su cabeza retorcida y hablé.

- ¿No comes?

- No me gustan los dulces.

Que raro que es. ¿A quién no le gustan los dulces?









Alexander

No puede ser tan perfecta, la amo.

Pensé mientras la veía deshacerse de la envoltura de un chocolate torpemente.

Me alegra tanto que quiera comenzar a resolver las cosas, a portarse bien, a tratarme como corresponde. Yo sabía que en algún momento iba a cambiar y a querer llevarse bien conmigo, además no es como que tenga otra opción.

Eso o vivir infeliz aún estando a mi lado, porque escapatoria no tiene.

Me levanté de la cama y le dije que estaría en mi oficina. Necesito adelantar unos trámites para tener más tiempo con ella.



ObsesionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora