XVII

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17

Lo último que recuerdo fue estar corriendo de unos perros que parecían lobos por su gran tamaño y después caer al suelo sintiendo como esos animales me alcanzaban. No caí en un piso plano, creo que tal vez de una escalera o algo así, no puedo recordarlo bien.

Escuché unos ruidos de cerradura en la puerta.

Alexander apareció.

Al entrar su semblante era serio, casi enojado, pero este semblante cambio cambió rápidamente y se convirtió en uno burlón y ofensivo.

- No te fue muy bien en el escape, ¿no?

El tono de sarcasmo con el que habló me hizo desviar la mirada.

De nuevo estoy atrapada y supongo que un nuevo castigo se avecina, pero con el dolor que ya tengo en las piernas no creo poder sentir algo más.

- No voy a darte un sermón, no ahora. -- Llevó su manó izquierda hasta su nariz, un gesto de enojo que lo hacía ver más grande. -- Más tarde hablaremos de tu pequeño berrinche. ¿Cómo estás?

¿Pequeño berrinche? como si querer escapar de un loco porque temes por tu vida fuera un pequeño berrinche.

- ¿Por qué no estaría bien?

- Porque te caíste desde unas escaleras y casi te quiebras una pierna. Y mira tus manos, todas lastimadas. -- Dijo como un padre.

Claro, la caída. Me caí como una idiota, ahora recuerdo el dolor y después desmayarme. Si tan solo no me hubiera caído tal vez lograba escapar.

- Perdón... -- Dije.

No me atreví a mirarlo, siento frustración conmigo misma por no poder ni hacerle frente.

Se acercó a pasos lentos, se notaba la furia en su rostro y estaba segura que iba a hacerme algo.

Como instinto me aleje un poco chocando contra el respaldo de la cama. Mi corazón latía a pulsos increíbles.

- Shh, tranquila.

Se sentó a mi lado llevando sus manos a mi pierna la cual tenía una banda elástica que cubría toda la zona lastimada. Lo comenzó a apretar muy fuerte, causándome un dolor espantoso, me dolía todo, un horrible dolor.

- Por favor, para.

Con desesperación quise sacar su gran mano con las mías, pero estas también dolían y ni siquiera podían ganarle en fuerza.

En un veloz movimiento me tomó del cuello y me pegó contra el respaldo, un agarre muy posesivo.

- ¿Volverás a hacer estupideces como estas? ¿Volverás a acabar con mi paciencia, Eloísa?

Su mirada ahora era oscura y daba un miedo terrorífico, juraba que podía ver como él sonreía al dejarme sin aire.

- Contéstame o juro que nunca jamás saldrás de aquí.

Quitó su mano de mi cuello, pero continuaba ajustando su agarre en mi pierna.

- No lo volveré a hacer, lo prometo. --- Parecía un susurro, me dolía todo.

- Bésame.

Con la poca fuerza que me quedaba me giré para verlo. ¿Un beso? ¿Ahora?

Mi pecho subía y bajaba, pero él estaba tranquilo.

- Bésame como unas disculpas por lo que hiciste. Ahora. -- Lo último sonó muy fuerte, haciendo un poco de eco en la habitación.

No quería besarlo, sentía repulsión y más después de que mi cuello haya sido apretado de esa manera.

ObsesionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora