Desesperada perdición (Tsukishima x ti)

5. La salida.

(Kei Tsukishima)

La chica a mi lado iba demasiado callada, era algo extraño pues nunca se calla, se había soltado el cabello y sus lentes la hacían ver diferente, aunque ya me había acostumbrado a verla en los entrenamientos y en las clases de dos formas diferentes.

En cuanto a lo que le respondí era verdad, no sabía por qué me había quedado, no tenía razón para hacerlo, estaba cansado por el partido, pero en cierta parte entendía su frustración, estaba seguro que las palabras de Oikawa la habían puesto así y eso era tan nuevo que simplemente me quedé a observarla.

—¿Estás así por lo que dijo Oikawa?— pregunte rompiendo el silencio aún sabiendo la respuesta.

Ella me volteo a ver con un brillo indescriptible en sus ojos y me molestaba aceptarlo pero ella me causaba un poco de curiosidad y esa curiosidad iba a ser mi perdición.

—No es solo eso— Suspiro e intento cambiar el tema— ¿Me dirás, por qué estabas esperándome?.

—Tu hermano, me pidió que te acompañará, por qué no quería dejarte sola— mentirá, estaría jodido si le pregunta a Daichi.

—No debías aceptar si no querías— volvio su mirada al frente del camino.

—No tenía nada mejor que hacer—mentira— Sabes, Oikawa tiene razón..._Ella no me dejó terminar y al instante me arrepentí de lo que dije pues sabía que lo había malinterpretado.

—Gracias por recordármelo— su mirada se torno sería.

—No me dejaste acabar.

—No hace falta— contesto como si supiera lo que diria.

—Pero..., hay que aceptar que eres buena, se que aún en el equipo femenino resaltaras.

Me sentí un poco ridículo, dar ánimos no era lo mío.

(Misako Higurashi)

¿Acaso estaba soñando?, Kei Tsukishima , aceptando que era buena, vaya que seguro estaba soñando.

—¿Estás drogado?.

—¿Qué?, claro que no.

—Entonces que te pasa, primero me esperas, me ayudas a organizar el gimnasio y ahora me elogias.

Lo menos que esperaba era conocer una parte tan empática del poste.

—No me pasa nada— suspiro— solo que me recuerdas un poco a mi mismo.— susurró más como para el.

No dije más, volví mi vista al frente una vez más y el me acompaño hasta mi casa con la excusa de que le prometió a mi hermano cuidarme, bla, bla, bla, si claro.

Esa noche casi no puedo dormir pero me prometí algo, decidí que me esforzaría mucho más, por qué si no podía jugar en partidos oficiales con lo chicos, por lo menos sería reconocida por ser de las mejores mujeres en el voleibol, tal vez es un poco loco pero creo que Tsukishima logro levantarme el ánimo, y sin darme cuenta me quedé dormida en compañía de mi gato.

[...]

Estaba bostezando, tenía mucho sueño me logre dormir como a las dos de la mañana, así que estaba recostada sobre mi mesa.

—Señorita Higurashi, podría decirme la respuesta— la voz de la profesora inundo mis oídos.

Mierda.

Observe el problema y de reojo podía ver qué Yamaguchi me estaba haciendo señas queriéndome decir algo, pero me concentre y entendí el problema.

—La respuesta es 1,35.