Hideki (Drakey)

Cuarenta Y Cinco

Tal vez nosotros nunca pensamos en el futuro, tal vez no más haya de lo que vemos, tal vez nos limitamos tanto, pero...

Si pudieras ver más haya, estoy seguro que cambiarías más de una cosa.

Parecía que la luna había caído, que el sol no existía, el cielo se miro negro sin ningún rastro de alguna estrella, todo había sido silencio en ese momento, no había nada. No podía distinguir nada.

Emma tomo con cuidado el palo seco y lo volvió a humedecer, en esa cabaña donde ahora pasaban la noche, un poco apartados del todo, ponía de nuevo el paño húmedo en la frente de Mikey.

Este estaba inconsciente sobre un montón de telas que le hacían la función de cama, mientras su hermana procuraba que la poca fiebre que tenía no aumentara. Emma no quiso saber nada de nada, aunque sabía perfectamente que una vez que el despertara todo cambiará.

Acaricio un poco más el cabello de su hermano, notando como entre las hebras rubias unos cuantos cabellos blancos se distinguen, ella aprieta la mirada preocupada, jamás habia estado tanto tiempo inconciente, y ahora parece que no va a despertar pronto. Su preocupación se hace más notoria cuando aprieta la vista aún inconsciente.

—Mikey ...—Lo llama, pero es inútil.

—Kenchin...—Murmura apenas aún dormido y la mujer solo puede negar mientras acaricia su mejilla, cuando una lágrima traicionera se le acaba de escapar.

Y aunque parece una mala broma, en su inconsciencia lo sigue llamando, Emma quería decirle que después de desmayarse la mayoría de los demonios y demonios se fueron, solo se quedaron unos pocos, pero no estaba segura de como reaccionaria Mikey después de todo, porque aunque ella no había entendido nada, sabía que algo estaba por cambiar.